El gato de Tesla

El hombre que véis en la imagen mirando al mundo con la fascinación de un soñador, es Nikola Tesla, un científico genial que dedicó su vida a resolver los misterios de la electricidad y a idear la manera de lograr que este fenómeno hiciera más fácil el día a día de las personas. Y su sueño comenzó mientras acariciaba a su gato… el gato de Tesla.

“La ciencia debe tener como objetivo último mejorar la vida de la humanidad”

Esta reflexión resume la visión de Tesla, un hombre de figura enigmática y un controvertido e incomprometido visionario que se adelantó muchos años a su tiempo.

Se cuenta a menudo que el asombro de Tesla por la electricidad comenzó cuando tenía 3 años, una noche de otoño en la que, frente a los leños crepitantes de la chimenea, acariciaba el lomo de su gato Mácka. Tal vez nuestra historia de hoy comenzara aquella lejana tarde de mediados del siglo XIX. Él mismo lo contaría en su autobiogrfía: “acariciando a mi mascota se desprendió de súbito una cortina luminosa de chispa, como una lluvia de luces que me dejó sorpendido”. Su padre, un hombre docto, habia leído los estudio de B. Franklin sobre la electricidad estática casi un siglo antes, así que pudo explicarle el fenómeno: “es igual que los rayos durante una tormenta”, y en aquel momento, con tan sólo tres años, el pequeño genio le respondió: —“Papá, entonces, si la naturaleza fuera un gato gigante, en su lomo debe vivir Dios”. El gato de Tesla.

Así creció Tesla, estimulado en el incomparable marco de la Serbia rural, un ambiente rodeado de vida silvestre y fenómenos naturales. Un hecho cambiaría su vida. Con 16 años estuvo 9 meses convaleciente por  cólera, deborando durante aquellas largas semanas decenas de libros sobre Ingeniería.

Completó sus estudios en la Universidad Politécnica de Graz (Austria), viajando más tarde a París y, finalmente, en 1884, daría el salto a la meca de la ciencia de su tiempo, la imponente Nueva York de finales del siglo XIX.

Universidad Politécnica de Graz, donde Tesla se graduó como ingeniero.

Es curioso, Tesla llegó a Nueva York casi al mismo tiempo que la Estatura de La Libertad, una alegoría que no deja indiferente a nadie: su sueño era crear un mundo más justo donde las personas tuvieran acceso a la energía eléctrica, un bien que en aquel momento era un lujo inalcanzable, marcaría su vida como investigador. Sería en la ciudad que nunca duerme donde, para bien o para mal, comenzaría a trabajar a las órdenes de Thomas Alba Edison, un hombre que cambió su vida. Tesla acudió a las oficinas de su empresa con una carta de recomendación de su último jefe en Europa, en la que rezaba:

 —”Señor Edison, en mi vida como ingeniero sólo he conocido a dos genios; usted es uno de ellos. El otro, es el joven que tiene delante”— Edison lo contrató de inmediato, y Tesla, lo cambiaría todo para siempre. En un mundo en el que la corriente continua defendida por Edison era un hito asombroso, Tesla tenía la convicción de que “su corriente alterna” sería más cómoda, eficiente y barata. Edison defendería a ultranza la corriente continua y Tesla alumbró al mundo la alterna, la que hoy, medio siglo después, seguimos utilizando en nuestros hogares y permite el funcionamiento de todos nuestros electrodomésticos y dispositivos electrónicos. Fue lo que en aquel tiempo se conocío como la guerra de las corrientes.

Pero Tesla no se quedaría ahí. Además del alternador, su ingenio creativo no conocería límites y sus manos y cerebro alumbrarían el transistor, el bublo para las bombillas, los rayos X, las ondas inhalámbricas, el motor eléctrico o las lámparas de Neón (os recomendamos este otro post sobre la luz y la energía solar)

Grabado con los diseños de los inventos de Tesla. Museo de Nikola Tesla.

Aquella exhuberancia productiva no pudo ser asumida por Edison, que no sólo lo despidió, sino que emprendió una agresiva campaña publicitaria de acoso y descrédito contra Tesla en la que, públicamente, se electrocutaban gatos y perros para mostrar a las personas los peligros de la corriente alterna. Aquello haria que Tesla, de carácer tímido y retraído, se fuera apartando de la vida pública, sin hacer ruido, como cada vez que regalaba a la humanidad un prodigioso invento nuevo. Sin los focos de los que siempre se alejó en favor de los demás. Así se fue el último romántico de la ciencia, muriendo de infarto en 1943, en la casi absoluta indigencia.

La última foto que se conoce de Nikola Tesla.

A punto de despedir el año 2021, no podemos pasar por alto el 165 aniversario del natalicio de este genio, considerado parte de la llamada Santa Trinidad de la Física: Newton-Einstein y el propio Tesla. El mundo del siglo XXI reconoce al genio serbobosnio la condición del más grande inventor de todos los tiempos, una de esas mentes extrañamente privilegiadas, de cuya imaginación nacieron la mayor parte de las tecnologías que usamos hoy (aunque algunos otros hayan figurado como sus “inventores”), y algunas de las tecnologías que inexplicablemente, y solo de manera reticente, el mundo comienza a reconocer como la solución a muchos de sus problemas.

Leer a Tesla, describiendo en sus propias palabras como tenía todo listo para un sistema inalámbrico que conectaría el mundo, similar al Internet de una manera casi espeluznante; o como había diseñado un sistema para “aviones no tripulados que podían captar imágenes en cualquier parte del mundo”, los drones de hoy; o un sistema eléctrico que podría dar electricidad de forma inalámbrica y gratuita a todo el mundo… es una experiencia transformadora.

Pero aún más lo es conocer al hombre detrás de esos inventos, su historia particular, su infancia, sus luchas, las múltiples veces que confió en otros y fue defraudado…Tesla nos ofreció hace casi un siglo, en 1919, la oportunidad de echar un íntimo vistazo a su vida. El mundo de la Física puso su nombre como unidad del campo magnético en el sistema internacional de pesos y medidas: el Tesla. Hoy os dejamos este post sobre el genio que comió en la misma mesa que Newton y Einstein, el último romántico de la ciencia, en el año en que se cumple el 165 aniversario de su nacimiento.

Cinco lecturas recomendadas para conocer mejor a Tesla:

  • Nikola Tesla. Mi vida, mi investigación. Nikola Tesla (1919)
  • Inhalámbrico Tesla . Nikola Tesla (1920)
  • Yo y la energía. Marcelino De Dueños Fontan (2007)
  • Mis inventos y otros escritos. Nikola Tesla (1925)
  • Nikola Tesla. Autobiografía. Nikola Tesla (1920)

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