Torres de telegrafía óptica
Durante los trabajos de prospección arqueológica para la instalación de una línea eléctrica, en el término municipal de Cuenca, nos tropezamos, en lo más alto de un cerro, con una torre de planta cuadrangular y tres pisos de altura. Estaba realizada en piedra trabada con argamasa y con restos de revoco, tanto al exterior como al interior. La torre presentaba paredes ataludadas en el tercio inferior y rectas en las de las alturas superiores, así como tres troneras abocinadas que se abren en cada una de las fachadas de la planta baja.
En la fachada principal, la puerta se encuentra elevada en el primer piso (a la que se accedería mediante una escalera exterior) y se abre una ventana en el segundo.
Buscando paralelos en la bibliografía, descubrimos que se trataba de lo que se conoce como Torre de Telegrafía Óptica, término que, la verdad, no conocíamos hasta ese momento.
Cuándo nace la telegrafía óptica
Nacida a finales del siglo XVIII en Francia, la telegrafía óptica no llegaría a implantarse en España hasta mediados del siglo XIX. Se trataba de un sistema estratégico con el que el Gobierno pretendía comunicar Madrid con otras capitales de provincia, puertos y fronteras para reforzar la seguridad del Estado. Para ello se construyó una red de torres ubicadas en puntos elevados del terreno, que se comunicaban unas con otras empleando complejos códigos cifrados.
El primer telégrafo óptico fue diseñado por Claude Chappe y aprobado en 1793 por la Asamblea Nacional francesa en un contexto en el que la velocidad de los acontecimientos políticos y sociales de la Europa de finales del siglo XVIII hacía necesaria la comunicación rápida de noticias.
La telegrafía óptica constituye el embrión de la telegrafía eléctrica, uno de los grandes hitos en el progreso de las comunicaciones durante el siglo XIX y antecedente directo de los modernos sistemas de telecomunicaciones.
El dispositivo del telégrafo se colocaba sobre una torre ubicada preferentemente en un lugar elevado. Consistía en un mástil con un travesaño en la parte superior que giraba sobre su eje central, denominado regulador; dos travesaños menores, llamados indicadores, pendían de cada uno de sus extremos y también giraban por medio de poleas. A las distintas posiciones angulares que adoptaban el regulador y los indicadores correspondía un signo.
Sin embargo, este sistema presentaba bastantes inconvenientes, como la transmisión de señales durante la noche o en días con niebla. Por este motivo la red solo estuvo operativa durante unos pocos años, abandonándose y sufriendo un progresivo deterioro.
No será hasta el año 1844 cuando se implante una red de telegrafía óptica amplia, de carácter civil y al servicio del gobierno; implantación tardía respecto a otros países europeos y prácticamente obsoleta desde el punto de vista técnico, pues en esos mismos años en países como Francia ya se estaba experimentando sobre la posibilidad de emplear la electricidad como vehículo para emitir señales telegráficas, y en Inglaterra ya funcionaban varias líneas eléctricas.
La telegrafía óptica en España
Levantadas a modo de estaciones repetidoras de señales ópticas, en nuestro país dichas torres se distribuían en tres líneas que atravesaban buena parte de nuestra geografía siguiendo antiguas vías de comunicación, hoy carreteras comarcales y nacionales.
Así, hubo en España 196 ubicaciones que componían las líneas Madrid-Barcelona, Madrid-Irún y Madrid-Cádiz, además de los ramales entre Tarancón y Cuenca, y Barcelona y La Jonquera.
En definitiva, como señala Olivé, la telegrafía óptica en nuestro país representó una etapa de transición y preparación de la red telegráfica eléctrica.
La difusión a mediados del siglo XIX del telégrafo eléctrico como servicio público junto a la construcción del tendido ferroviario, la modernización del correo y la ampliación y mejora de la red de carreteras y caminos, contribuyeron a configurar un sistema de comunicaciones decisivo en la creación de un mercado nacional y en el crecimiento económico y el fin definitivo de la telegrafía óptica.
Recientemente, con fecha 4 de agosto de 2020, 16 de estas torres ubicadas en la provincia de Cuenca, han sido declaradas Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico, y se establece alrededor de ellas un perímetro de protección del entorno inmediato, independientemente de su estado de conservación actual, teniendo en cuenta la doble necesidad de preservar sus restos materiales y mantener la línea visual entre torres.
Como criterio general se ajustan los entornos a la topografía del terreno, abarcando en la medida de lo posible parcelas catastrales completas. Cuando esto no es posible por las características del terreno o la amplitud de las parcelas, se traza una circunferencia de 200 metros de radio, tomando como punto central los restos de las torres.
Con ello se establecen una serie de medidas de protección para las torres y su entorno destinadas a preservar este importante legado cultural.
BIBLIOGRAFÍA
• Acuerdo de 14/07/2020, del Consejo de Gobierno, por el que se declaran Bien de Interés Cultural las Líneas de Telegrafía Óptica de la provincia de Cuenca, con la categoría de Sitio Histórico.
• CRUZ PEREZ, Linarejos (Dir.); CAPDEVILA MONTES, Enrique; SLEPOY BENITES, Paula (2014): Estudio de la Red de Telegrafía Óptica en España. Madrid: IPCE, 2014.
• OLIVÉ ROIG (1990): Historia De La Telegrafía Óptica En España. Secretaría General de Comunicaciones. Ministerio de Transporte, Turismo y comunicaciones.
• SÁNCHEZ RIVERA, J.I. (2012): La Torre Telegráfica: una invariante de la arquitectura militar española. Estudios Del Patrimonio Cultural 08.
• Acuerdo de 14/07/2020, del Consejo de Gobierno, por el que se declaran Bien de Interés Cultural las Líneas de Telegrafía Óptica de la provincia de Cuenca, con la categoría de Sitio Histórico. DOCM 04/08/2020.