Introducción
Seguro que muchos de nosotros y en muchas ocasiones nos hemos hecho la siguiente pregunta, ¿por qué cantan las aves?
Se dice que si los seres humanos tuviéramos la misma relación potencia-tamaño que un chochín común (Troglodytes troglodytes), se nos oiría a más de 150 kilómetros de distancia, teniendo en cuenta que después de los reyezuelos es el pájaro más pequeño de Europa. Pesa menos de 10 gramos. El canto de las aves es la pura imagen del esfuerzo.
Tenemos que tener en cuenta que las aves tienen un sistema distinto al del ser humano no solamente en la manera de producir el sonido sino también en la manera de oírlo.
Siguiendo con el chochín, admirados por la habilidad que tiene al cantar, se hizo un estudio tomando una frase de unos 8 segundos y la “estiraron” a 65 segundos, con lo que descubrieron que contiene la asombrosa cantidad de 103 notas, la mayoría de las cuales nosotros ni oímos, pero contribuyen al efecto final.
Todas las primaveras surge una explosión de cantos en la naturaleza con una riqueza increíble de variedad de sonidos que deleitan nuestros oídos.
Curiosamente, para muchas personas, pasan desapercibidos. La mayoría de seres humanos viven de espaldas a la naturaleza, pero en primavera, cuando las ventanas de nuestra casa están abiertas y en el jardín está cantando un mirlo, un petirrojo, un chochín o una curruca capirotada ¿apreciamos éste virtuosismo?
Pero … ¿por qué cantan las aves?
No se sabe a ciencia cierta por qué cantan las aves, pero existen dos teorías principales:
1. Para defender su territorio
Durante 4 meses de cada año, cada vez que salimos de casa oímos aves cantando, pero que despliegue de cualidades, que derroche de fantasía, que modulaciones más inverosímiles, que extravagancia y en parte para defender su territorio.
El macho tiene que ser “reconocible” a otros de su especie según vaya construyendo su territorio y si puede aumentar su feudo distinguiéndole en todo momento del de su vecino. A la vez tiene que controlar a éstos para que no invadan el suyo, mientras él invade el ajeno. Todas éstas tareas territoriales exigen no solamente de desarrollo de cantos que son reconocibles por individuos de la especie sino también un sentido de demostrar que es más fuerte. Por eso los cantos territoriales suelen ser muy puros a nuestros oídos y direccionados para mostrarse el individuo donde está.
Una alarma, en cambio, suele ser un sonido muy disonante que llega al oído y no te dice dónde está el autor, porque quiere avisar a sus congéneres del peligro, pero sin ser descubierto.
2. Para atraer a la hembra
Con algunas excepciones, el canto lo hacen los machos. Los sonidos menos desarrollados que hacen los dos sexos para mantener contacto y otros menesteres cotidianos, suelen llamarse “reclamos” aunque es una distinción que cabría matizar, pero con la que nos podemos quedar.
No olvidemos que la complejidad que nosotros oímos, por muy asombrosa que sea, es una parte de lo que hay. La intención aparentemente es clara: el macho se “ofrece” a la hembra que es la que elige.
Estudios de campo han demostrado que las hembras son tremendamente exigentes, no se pierden ni uno de los detalles y si el macho falla pierde su oportunidad. La hembra busca, o escucha, a otro candidato.
De por sí la cantidad del canto ya dice del tremendo esfuerzo que supone, ante todo físico, cuanto más canta más fuerte es.
Y entrando en la calidad un macho tiene que defender su territorio y atraer a una pareja, lo que supone tener que ganarse un territorio o si puede, aumentar.
Tiene que saber si otro pájaro cantando cerca es de la misma especie y por tanto competidor, y si está fuera o dentro de su territorio.
Tiene que convencer a la hembra que el territorio es bueno para producir descendencia y propagar sus genes a la vez que asegurar a su pareja incubando en el nido de que él hará guardia para que todo vaya bien.
El desarrollo de la complejidad del canto hace que el macho sea reconocible y se distinga entre la identidad específica y genérica de otros individuos.
Al margen de éstas teorías nos queda la duda de si los cantos de las aves también forman parte del placer y disfrute por sí mismos.
Francisco Serrano, Biodiversidad