La diversidad oculta

Cuando nos preguntamos qué grupos de animales son clave en el buen estado de los ecosistemas naturales solemos pensar, por ejemplo, en las abejas, ya que las labores de polinización que tan efectivamente realizan son vitales, como bien sabemos. Sin ir más lejos, un significativo porcentaje de los cultivos humanos dependen de su labor. Sin embargo, hay otros grupos de animales que, por vivir escondidos en el interior del suelo, apenas nos fijamos en ellos. Es el caso de las lombrices de tierra, que tienen una importante labor en nuestros suelos, siendo la base de multitud de cadenas tróficas y responsables del buen funcionamiento del ecosistema edáfico, además un grupo de ellas son recicladoras de residuos orgánicos siendo capaces de transformar estos residuos en abonos de alto valor añadido. Su papel en la agricultura ya llamó la atención de las civilizaciones egipcias y Cleopatra las elevó a la categoría de dioses menores. Darwin en 1881 les dedicó un tratado y las denominó intestinos de la tierra. Nosotros las vamos a denominar la diversidad oculta.

Ya en 1826, el zoólogo francés Savigny, dejó impresionados a los asistentes a una conferencia suya en la Academia de Ciencias Francesa, cuando afirmó que las lombrices que veían en los jardines parisinos cuando llovía, no era una única lombriz, si no que al menos eran de 27 especies. Pues, aunque pueda parecer sorprendente, solo en la Península Ibérica existen unas trescientas especies diferentes de lombrices. Es verdad que solemos pensar en las lombrices como animales que aparecen en los huertos cuando se cavan surcos para plantar las primeras semillas o como cebo de pesca, pero desempeñan funciones que, como poco, están a la par de las que llevan a cabo las abejas. Sin ir más lejos, suponen más del 50% de la biomasa presente en ecosistemas terrestres templados, lo que implica que su número, aunque se hallen escondidas bajo tierra, es inmenso.

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Lombrices bajo tierra

Debido a sus actividades diarias recorriendo el suelo arriba y abajo y también horizontalmente, modifican el hábitat en el que se encuentran de forma significativa: favorecen la aireación del suelo, mejoran la capacidad de infiltración del agua en el mismo y abonan los horizontes más profundos del suelo al fertilizarlo con sus heces, ya que muchas de ellas, aunque vivan en el interior del suelo, se alimentan de restos orgánicos, como la hojarasca que cae de los árboles. Por otra parte, son la base de muchas cadenas tróficas, siendo un elemento clave en el flujo de energía en los ecosistemas terrestres donde viven. No solo se alimentan de ellas los pájaros que incansables picotean el suelo, sino que suponen un alimento muy nutritivo para aquellos que disponen de los métodos necesarios para acceder a sus galerías subterráneas o para encontrarlas bajo la hojarasca. Erizos, tejones, roedores, zorros, serpientes y sapos son algunos de los que eligen a las lombrices en su menú diario.

Vista su importancia y diversidad, es lógico pensar en que es necesaria la investigación de este grupo para conocerlo mejor y comprender los beneficios que aportan a los ecosistemas. En especialmente necesario en la actualidad, dado que los posibles efectos del cambio climático en la Península Ibérica, que tienden hacia la aridez y desertificación de los hábitats, pueden comprometer y afectar sustancialmente a la distribución y supervivencia de muchas de estas especies. Pues es precisamente, a conocer más sobre las lombrices de tierra, sobre su ecología, su genética y su distribución, a lo que se dedica desde hace más de 30 años el grupo de Zoología del Suelo de la Universidad Complutense de Madrid y que trabaja en un Proyecto de Investigación financiado por el Ministerio de Ciencias e Innovación dedicado a las lombrices de tierra y que, actualmente, está terminando el volumen de Fauna Ibérica XII: Oligochaeta, editado por el MNCN.

El Grupo de Zoología de Suelo de la UCM, dirigido por la Dra. Dolores Trigo Aza, se está encargando de compilar toda la información disponible sobre las especies ibéricas de lombrices de tierra y plasmarla en el futuro tomo de Fauna Ibérica XII. No solo eso, sino que llevan a cabo numerosos proyectos científicos en los que se amplía el conocimiento sobre estas especies, que en muchas ocasiones son endémicas de la Península Ibérica, para incluirla en el catálogo. Desde las sutiles diferencias morfológicas entre especies pertenecientes al mismo género, que a veces se limitan a la posición de uno o dos poros sexuales, hasta a la secuenciación del genoma de ciertas especies para conocer a fondo hasta dónde llega la diversidad en la Península, ya que existen complejos de especies crípticas, que son idénticas morfológica y ecológicamente y solo se diferencian a nivel genético. Del mismo modo que especies que se consideraban distintas por sus caracteres morfológicos y anatómicos, al aplicar herramientas moleculares quedan incluidas en el mismo grupo taxonómico.

La publicación del volumen de Fauna Ibérica XII supondrá un avance clave en el estudio de las lombrices de tierra y una importante herramienta para investigadores de todo el mundo. En el grueso del tomo podremos encontrar detalladas fichas sobre cada especie, en las que se indica su distribución, su ecología y una exhaustiva descripción de sus caracteres morfológicos más importantes. Junto a cada ficha se incluye una representación esquemática de cada ejemplar, en la que aparecen los caracteres morfológicos más característicos para su identificación. Es, en este apartado de la ilustración científica, en el que he tenido el placer y privilegio de participar, realizando las ilustraciones de las casi 300 especies presentes en la Península.

Para completar esta entrada del Blog, me gustaría, muy brevemente, explicar cuál ha sido mi proceso para plasmar en formato digital las diferentes especies y sus caracteres más importantes. Todo comienza, idealmente, con un individuo sexualmente maduro de la especie de estudio, que se encuentra conservado en etanol y almacenado en la colección de oligoquetos de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM. El ejemplar se estudia bajo lupa binocular conectada a una cámara con la que se toman diferentes imágenes del individuo, centrándonos en los caracteres diagnósticos externos más útiles para su identificación. También se realizan fotos en detalle de algunas de las estructuras más importantes a la hora de realizar la ilustración, como son el tipo de prostomio (estructura que cubre dorsalmente a la boca), el tipo de quetas, la posición y tipo de clitelo (ensanchamiento tegumentario de varios anillos durante la reproducción), los atrios glandulares de los poros masculinos (ensanchamientos de formas y extensión variable alrededor del poro masculino) o la posición del primer poro dorsal.

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Microscolex phosphoreus

El siguiente paso es plasmar la información sobre la especie que refleja la foto en la ilustración que aparecerá finalmente en el Volumen. Ya que se pretenden crear ilustraciones que combinen el realismo y una perspectiva más esquemática, se concretan los caracteres clave de manera que sean visualmente reconocibles para el investigador, pero a la vez manteniendo la forma del cuerpo y la proporción entre las diferentes estructuras que presenta el ejemplar. Para ello es muy importante haber tomado las medidas necesarias del individuo, que se reflejarán a modo de escala en la ilustración.

Finalmente, se añaden detalles como los diferentes pliegues, estriaciones y papilas que pueden presentar los diferentes anillos, lo cual le da una dimensión más interesante al dibujo, ya que, al ser en blanco y negro, en pos de la claridad de los diferentes caracteres diagnósticos, carece de la vistosidad de una ilustración a color, que, por otra parte, no es un rasgo definitorio en estos animales, salvo en casos excepcionales.

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Lumbricus terrestris

Así pues, si alguna vez os preguntan qué lombriz de tierra es vuestra preferida, podéis responder que es, por ejemplo, Compostelandrilus cyaneus, la comúnmente llamada lombriz de tierra leonesa, que es endémica de la provincia de León y citar el Tomo de Fauna Ibérica XII: Oligochaeta, para más referencias visuales muy interesantes.

Raúl Navarro Zurro, Biodiversidad

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