Avefría Sociable
La observación de las aves mueve gran cantidad de adeptos por todo el mundo, siendo de sobra conocida por ejemplo, la afición de los ingleses por la ornitología y los viajes que hacen con costosos equipos de observación y fotografía sólo para conseguir ver una determinada especie. Esa búsqueda puede todavía afinarse más y centrarse únicamente en lo que se conocen como aves raras o rarezas. Las aves raras son aves que se apartan de sus rutas, lugares de cría o de invernada típicos y quedan fuera de su área de distribución habitual, volviéndose una singularidad ornitológica y disparando, a veces a niveles inimaginables, el interés por lo particular de esa presencia y el deseo de los caza rarezas o “twitchers” de atestiguar quizás, la que sea la primera, única o escasa cita de la especie para una localidad.
En España, desde 1984, este tipo de avistamientos cuenta con un comité regulador dentro de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) que se encarga de recopilar, homologar y publicar las observaciones en el territorio español de las especies y subespecies incluidas dentro de la Lista de Aves Raras de España. Para que un taxón pueda tener consideración de rareza en España deberá haber sido citado en estado aparentemente natural por lo menos una vez, lo que implica haber alcanzado este territorio por sus propios medios o que existan sospechas razonables de que esto haya ocurrido.
El pasado 18 de marzo de 2020 fue observada una de estas rarezas por nuestra compañera Victoria mientras realizaba trabajos de caracterización de avifauna en unos terrenos agrícolas para uno de nuestros proyectos en la provincia de Albacete. Concretamente fue observado un ejemplar adulto de Avefría sociable (Vanellus gregarius) (Pallas, 1771), ave perteneciente al Orden Charadriiformes similar en comportamiento y estructura a nuestra conocida avefría europea (Vanellus vanellus) (Linnaeus, 1758).
El avefría sociable sin embargo carece del copete característico del avefría europea, lo cual permite diferenciarla de esta con bastante facilidad. Algo menor en tamaño y con las patas de color negro y más largas, el avefría sociable presenta en plumaje estival una llamativa ceja blanca enmarcada entre el píleo y la lista ocular negros, pecho gris rosáceo y vientre negro; mientras que en vuelo presenta un llamativo diseño tricolor (negro, blanco y gris) en las alas y la cola blanca, con la franja caudal negra. Durante la época de reproducción ocupa principalmente estepas de Stipa y Artemisia, mientras que en migración e invernada se instala en pastizales de hierba corta, prados secos, campos arados o en barbecho, etc.
Esta especie migradora se reproduce en el norte y centro de Kazajistán y el centro-sur de Rusia, dispersándose hasta sus lugares clave de invernada como Sudán, Pakistán y el noroeste de la India y con regularidad pero en pequeño número en Arabia Saudita, Omán y Emiratos Árabes Unidos. En cambio, individuos divagantes se han registrado en casi toda Europa, Canarias y Marruecos, casi siempre asociados a bandos de avefría europea con las que se desplazan (como sucedió también en nuestra observación) posiblemente desde las mismas áreas de reproducción.
Avefría en España
En España el primer registro de esta especie no deja de ser curioso, data del siglo XIX y es de un ejemplar a la venta en un mercado de Cádiz. En 2006 son ya 21 las citasde avefría sociable en el libro Aves raras de España y gracias a la información aportada por el Comité de Rarezas de SEO/BirdLife para este texto sabemos que hasta 2017 ya se contaba con un total de 67 registros. Estas citas se encuentran bien repartidas por la orografía española: Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla y León, Cataluña, Extremadura, Comunidad Valenciana, Canarias, Baleares y Castilla La Mancha. En esta última se han producido 3 registros, concretamente uno en la provincia de Toledo y dos en Ciudad Real, a los que hay que sumarles una cuarta, la cita que se presenta en esta entrada, la primera de avefría sociable para la provincia de Albacete.
La observación de esta especie, dejando a un lado las pasiones que levanta, es de gran importancia al tratarse de un ave considerada por la International Union for Conservation of Nature (IUCN) “en peligro crítico” (CR). La razón es que su población (de apenas 2500 – 10.000 individuos) ha sufrido una reducción muy rápida en el último siglo, por razones que aunque están por determinar, según estudios demográficos recientes podrían deberse a una baja supervivencia de los adultos ocasionada en gran parte por la presión que sufren por parte de la caza a lo largo de sus rutas migratorias y en las zonas de invernada. Además, el aparente aumento de llegadas y la regularidad anual de las visitas en determinados puntos de nuestro territorio hace difícil pensar que se siga debiendo solo a individuos perdidos o divagantes.
Como vemos, la observación de especies raras va más allá de una mera anécdota. La puesta en conocimiento de estos datos con un comité de expertos, su homologación y el posterior análisis de los mismos tiene un gran valor científico para la conservación de estas especies, aportando información muy útil que pueda arrojar luz a temas como cambios en sus rutas migratorias, estrategias de colonización de nuevos territorios o incluso la respuesta de estas especies a las presiones ejercidas por el cambio climático.