Tu primer estudio de murciélagos…y en vacaciones

Te imaginamos en la tumbona de la piscina al caer la tarde. O dando un paseo relajante por la playa o la montaña. Ahora es el momento de hacer tu primer estudio de murciélagos. Es en estos momentos cuando no deben pasar desapercibidos estos maravillosos mamíferos revoloteando sobre tí. Bien buscando alimento, acercándose a beber a tu piscina o a un lago cercano. Son buenos momentos para intentar dar a conocer a tus amigos y sobre todo a los más pequeños de la casa, las especies (o al menos los géneros) de murciélagos que conviven junto a nosotros y que nos libran de los molestos mosquitos.

Aunque no es una tarea fácil, vamos a repasar unas pautas para que nos ayuden a identificar a nuestros murciélagos.

El vuelo de los más pequeños, los “Pipis”

Los más abundantes (por nuestras latitudes). Los llamados “Pipis” por pertenecer al género Pipistrellus.

Son los que habitualmente vemos en el campo y en nuestras ciudades al anochecer, incluso con luz todavía. En este grupo; el murciélago común, el de borde claro o el de Cabrera son los más comunes en nuestras latitudes. No mantienen ni una altura ni un rumbo fijo. Poseen un vuelo errático y les gusta bordear la vegetación, los edificios, las farolas y es fácil verlos siguiendo alineaciones de árboles.

Los murciélagos sobre el agua

Aunque sobre las láminas de agua (piscina, lagos, etc.) podemos detectar a todas las especies, el más clásico por su lento vuelo sobre el agua es el murciélago ribereño (Myotis daubentonii), el cual se suele alimentar sobre láminas de agua o cursos de agua, a escasos 10 cm de la superficie, casi tocando el agua con la punta de sus alas. Es un vuelo de caza que se asemeja bastante al de una pequeña ave limícola llamada Andarríos chico (Actitis hypoleucos). De esta manera captura, con sus patas y el uropatagio (membrana elástica en la que se inserta la cola y situada entre las patas traseras), pequeños insectos y otros invertebrados que se encuentran en la superficie.

Los grandes voladores

Sin considerar los zorros voladores que no habitan por nuestras tierras, son los nóctulos y rabudos los mejores voladores. Los primeros suelen volar sobre el arbolado y a gran altura; además, salen muy pronto de sus refugios al anochecer, de manera que pueden coincidir en el aire con vencejos o golondrinas. Los rabudos poseen mayor velocidad de vuelo, gracias a sus alas largas y estrechas, aptas para el vuelo rápido y la caza en espacios abiertos. Ambos realizan picados de caza tipo “halcón” en busca de sus presas predilectas: los coleópteros (escarabajos) voladores y las grandes polillas. Como curiosidad, el nóctulo gigante (Nyctalus lasiopterus) también suele depredar sobre los pequeños pajarillos que migran por la noche a gran altura.

Los orejudos

Suelen salir de sus refugios después del anochecer, y vuelan generalmente muy próximos a árboles, de ahí que sea más difícil su detección. Su vuelo es más similar al de las mariposas, lento y “flotando”

Mira al cielo este verano, observa el vuelo de los murciélagos y cuéntaselo a todos.

La explicación a todo

Es sabido que la morfología de las alas en los murciélagos es relevante en la forma de vuelo y por tanto se relaciona con las conductas de alimentación y comportamiento. Así, los murciélagos que se alimentan en espacios abiertos suelen tener alas largas para poder portar presas de mayor tamaño (nóctulos, rabudos,…). Por contra, los murciélagos que se alimentan entre la vegetación o próximos a edificaciones suelen contar con alas cortas y por tanto con mayor maniobrabilidad.

En la figura siguiente os mostramos una ilustración que relaciona estas variables en relación a las distintas especies de murciélagos europeos para tu estudio de murciélagos.

Imagen de portada Daubenton´s bat. © Paul van Hoof. Bat Conservation Ireland.