La Biodiversidad de las Islas Canarias
Las Islas Canarias, situadas en el Atlántico a unos 100 km de la costa noroeste de África, son un conjunto de islas volcánicas que albergan una de las biodiversidades más ricas y singulares de Europa, resultado de su aislamiento geográfico y de la variedad de microclimas de cada isla. Gracias a su aislamiento geográfico, su clima templado y su variada topografía, las islas han desarrollado ecosistemas únicos que acogen especies que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta. La Biodiversidad de las islas Canarias es inigualable.
El Archipiélago canario es la región más biodiversa de España. A pesar de su escasa superficie, alberga aproximadamente más 17.000 especies terrestres y unas 8.000 marinas, cifras del Banco de Datos de Biodiversidad de Canarias. Considerándose, junto con el resto de los archipiélagos de la Macaronesia y la cuenca del Mediterráneo, parte de uno de los 25 puntos calientes de biodiversidad mundial.
Este archipiélago volcánico posee más de 4.500 especies endémicas de flora y fauna, lo que lo convierte en un verdadero santuario de biodiversidad. La flora incluye desde los exuberantes bosques de laurisilva, que recuerdan a las selvas prehistóricas, hasta la vegetación xerófila, adaptada a los ambientes más secos y áridos. En cuanto a la fauna, Canarias es hogar de una sorprendente diversidad de especies, muchas de ellas endémicas, especialmente en grupos como los reptiles, aves y, más concretamente, artrópodos, que alcanzan la increíble cifra de 3.328 endemismos, y que aumenta año tras año con nuevos descubrimientos (Emerson, B. & Oromí, P., 2005).
Fauna y flora canarias: riqueza y singularidad
Cuando pensamos en los bosques canarios lo primero que se nos viene a la cabeza es la laurisilva canaria. Fácilmente reconocible al oírla, se trata de un tipo de bosque nuboso subtropical, altamente húmedo, que alberga especies icónicas como el laurel canario (Laurus novocanariensis) o el til (Ocotea foetens). Sin embargo, también hay especies características, aunque menos conocidas, en las zonas más áridas, destacando la presencia de plantas como la tabaiba (Euphorbia balsamifera) y el cardón canario (Euphorbia canariensis), ambas adaptadas a la escasez de agua y al clima soleado.
Como comentábamos anteriormente, la fauna de las Islas Canarias es reconocida principalmente por su diversidad de aves y reptiles, así como por la singularidad de sus invertebrados, debido a su evolución en condiciones de aislamiento insular. En el grupo de las aves, dos de las especies más emblemáticas de los bosques de laurisilva son la paloma rabiche (Columba junoniae) y la paloma turqué (Columba bollii), ambas endémicas y en peligro debido a la pérdida de hábitat.
También son notables especies como el pinzón azul de Gran Canaria (Fringilla polatzeki) y el de Tenerife (Fringilla teydea), que representan uno de los pocos ejemplos de pinzones adaptados a la vida en bosques de pino canario (Pinus canariensis), porque sí, no sólo en las Galápagos hay pinzones, en Canarias también los tenemos. De hecho, también se ha diferenciado al pinzón canario del pinzón vulgar, con 4 subespecies diferentes.
En cuanto a los reptiles, el lagarto gigante de El Hierro (Gallotia simonyi), el lagarto gigante de La Gomera (Gallotia bravoana) y el lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini) son especies icónicas, todas endémicas y muy representativas del proceso de especiación adaptativa en las islas (Molina-Borja, M., 2002), y que actualmente se encuentran en peligro de extinción, especialmente el de Gran Canaria, debido a la alta depredación que sufre por parte de especies exóticas introducidas, como son los gatos asilvestrados (Felis catus) o la culebra real de california (Lampropeltis californiae).
En el ámbito marino, las aguas de Canarias acogen una rica vida de cetáceos, con al menos 30 especies observadas en la región, desde delfines comunes (Delphinus delphis) hasta el cachalote (Physeter macrocephalus), pasando por orcas (Orcinus orca) e incluso la majestuosa ballena azul (Balaenoptera musculus).
Lanzarote: vida en un paisaje volcánico
Lanzarote, conocida como “la isla de los 100 volcanes”, es la isla más oriental del archipiélago, y destaca por sus paisajes volcánicos y su ecosistema árido, siendo uno de los ejemplos más claros de adaptación de la biodiversidad a estos entornos. A diferencia de otras islas canarias, Lanzarote posee un clima realmente seco y terrenos pedregosos, lo que ha condicionado fuertemente su fauna, que se ha adaptado de manera única a un entorno con limitados recursos hídricos y vegetación escasa.
La vegetación característica de Lanzarote incluye plantas resistentes a la sequía y al suelo volcánico, como la aulaga (Launaea arborescens) y el verol (Kleinia neriifolia), ambas adaptadas para prosperar en áreas de bajo nivel de precipitaciones y alta exposición solar. Estas plantas, junto con especies como la tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera), forman un paisaje particular en el que la flora ha desarrollado estrategias de retención de agua y de protección contra la radiación solar intensa.
Respecto a la fauna, uno de los habitantes más icónicos de la isla es el lagarto atlántico de Lanzarote (Gallotia atlantica), una especie endémica de gran capacidad de adaptación que se encuentra en diferentes hábitats de la isla, desde zonas de vegetación dispersa hasta áreas volcánicas. Lanzarote también es hogar de aves migratorias que utilizan sus humedales y espacios naturales protegidos, como el Parque Natural del Archipiélago Chinijo, para descansar durante sus rutas migratorias, pudiéndose observar aves como el halcón de Eleonor (Falco eleonorae) (Martín, A., & Lorenzo, J. A., 2001). También son frecuentes aves como la pardela cenicienta (Calonectris diomedea) y la tarabilla canaria (Saxicola dacotiae), esta última endémica de Lanzarote y Fuerteventura, adaptada a ambientes áridos y de vegetación escasa.
También son frecuentes especies de aves esteparias que han hecho de Lanzarote su hogar. Entre ellas, destaca la emblemática hubara canaria (Chlamydotis undulata fuertaventurae), que se encuentra principalmente en llanos de arena y matorrales bajos. Esta subespecie, en peligro de extinción, es exclusiva de las islas orientales del archipiélago y es otro símbolo de la adaptación de las aves terrestres a un hábitat árido (Palacios et al., 1999).
Otro habitante destacado de los espacios naturales de Lanzarote es el guirre (Neophron percnopterus majorensis), una subespecie endémica del alimoche que se encuentra exclusivamente en Canarias. Esta ave carroñera, también en peligro, juega un papel crucial en el ecosistema al contribuir a la limpieza de restos orgánicos y al ciclo de nutrientes.
El ecosistema marino que rodea a Lanzarote también es extraordinariamente diverso, con una abundante vida de especies que habitan sus aguas. Entre los peces se destacan el caballito de mar canario (Hippocampus hippocampus) y el tamboril espinoso (Diodon holocanthus). Lanzarote también cuenta con una amplia variedad de invertebrados marinos, como el cangrejo araña (Maja squinado), o el famoso jameito (Munidopsis polymorpha), el cangrejo ciego que sólo habita en los Jameos del Agua. Además, se pueden encontrar varias especies de esponjas y anémonas, que se adaptan a las condiciones locales de salinidad y temperatura del agua (Pascual et al., 1992).
Comparativa de la biodiversidad canaria con la Península Ibérica y el resto del continente
Las Islas Canarias poseen una biodiversidad única en comparación con la península ibérica y el continente africano. Debido a su insularidad y aislamiento, el archipiélago alberga un número extraordinario de especies endémicas, adaptadas a sus condiciones geográficas extremas y a los microclimas específicos de cada isla. Mientras que la Península tiene una mayor variedad de mamíferos terrestres, el ecosistema canario está dominado principalmente por artrópodos, así como por reptiles y aves, debido en gran parte a la ausencia de grandes depredadores, que jamás llegaron a las islas.
En conclusión, Canarias representa un microcosmos de diversidad natural que sigue evolucionando en sus condiciones únicas. Desde la fauna marina hasta las aves y reptiles endémicos, pasando por la fauna artrópoda, cada isla del archipiélago aporta características propias que enriquece este paraíso de biodiversidad, convirtiéndolo en un espacio de gran interés científico y de conservación (Whittaker, R. J., & Fernández-Palacios, J. M., 2007). Su contraste con la biodiversidad continental es evidente, y realza la importancia de proteger y preservar este ecosistema único y vulnerable en el contexto global, más aún en estos tiempos donde predominan las riquezas materiales y la atracción temática, que no solo no respeta ni cuida los entornos naturales, si no que los arrasa de manera indiscriminada.
Anécdota del autor
Creo no equivocarme al decir que todo el mundo ha oído hablar de la figura del naturalista Charles Darwin y su contribución a la historia y la biología con la teoría de “El origen de las especies”. Me imagino, que también conoceremos que esta teoría se basa, principalmente, en el estudio y la observación de las especies de las islas Galápagos, más concretamente los pinzones que las habitan. Pues bien, resulta que Darwin tenía planeado visitar el archipiélago canario mucho antes de que le propusieran el viaje a bordo del Beagle por todo el Atlántico. No obstante, este viaje no se interpuso en la visita a Canarias, sino que lo aprovechó para convertirlas en una de sus primeras escalas.
¿Cuál fue entonces el problema? En este caso, las paradas fueron cortas y, por diversas circunstancias, muy poco o nulamente productivas desde el punto de vista naturalista. La primera escala insular de Darwin en Canarias constituyó un auténtico fiasco. Una epidemia de cólera impide el desembarco en la isla de Tenerife y lo único que Darwin puede hacer es admirar el pico del Teide desde la cubierta del Beagle mientras se recupera de las jornadas anteriores de mala mar y mareos. Reticente a hacer una cuarentena de 12 días a bordo del buque, al día siguiente a su llegada, pone rumbo inmediatamente hacia el archipiélago de Cabo Verde.
Quién sabe si, en otras circunstancias, y habiendo permitido su desembarco en Tenerife, Charles Darwin hubiese podido observar la diversidad de especies de Canarias, decidiendo visitar también el resto de islas, encontrándose a los lagartos y pinzones endémicos de nuestro archipiélago y, finalmente, desarrollando la Teoría de la Evolución de las Especies en base a estas especies, dando el reconocimiento y renombre a las Islas Canarias, en lugar de a las que lo mantienen a día de hoy, las Islas Galápagos.
Referencias:
– Emerson, B. & Oromí, P. (2005). Richness and Diversity of the Canary Islands Fauna: A Macroevolutionary and Community Perspective. Biological Journal of the Linnean Society.
– Martín, A., & Lorenzo, J. A. (2001). Aves del Archipiélago Canario. Tenerife: Turquesa.
– Molina-Borja, M. (2002). Ecology and behaviour of lizards of the genus Gallotia. In M. Johnson & R. Black (Eds.), Evolution and Ecology of Canary Islands Fauna. Oxford University Press.
– Palacios, C. J., et al. (1999). The conservation status and management requirements of the Canary Islands Hubara. Bird Conservation International.
– Pascual, P. J., et al. (1992). Marine Biodiversity in the Canary Islands. Scientia Marina.
– Whittaker, R. J., & Fernández-Palacios, J. M. (2007). Island Biogeography: Ecology, Evolution, and Conservation. Oxford University Press.
Miguel Ángel Zarzosa, Biodiversidad