Ya se han definido las zonas de alto potencial para el desarrollo de la energía eólica marina (ZAPER); 19 polígonos, 5000 km2, el 0,46 % de las aguas españolas. Una oportunidad para no incurrir en los mismos errores de escala que en la implantación de energía renovable en tierra. A saber; la evaluación ambiental estratégica del Plan de Ordenación del Espacio Marítimo y la toma de decisión informada con la evaluación de impacto ambiental de los proyectos.
La implantación de la energía eólica en el mar depende de la velocidad del viento (el recurso), la profundidad del agua (los aerogeneradores se instalan en la plataforma continental) y el oleaje (la estabilidad del parque eólico). Las aves marinas y los aerogeneradores ocupan la plataforma continental, de aguas tranquilas y viento. Si las plantas solares fotovoltaicas afectan a las aves agroesteparias por pérdida de hábitat y los parques eólicos terrestres a las aves rapaces por mortalidad directa; la amenaza para las aves marinas es también la colisión con los aerogeneradores. Y el efecto barrera, porque los aerogeneradores interrumpirían el movimiento de las aves marinas.
Es necesario un mapa de sensibilidad para las aves marinas fuera de las zonas de exclusión (espacios naturales protegidos y Natura 2000, incluso las IBA), según las colonias de reproducción, las áreas de alimentación y también los corredores migratorios. Las aves marinas son estrategas de la K (longevidad, baja productividad, tamaño de población similar a la capacidad de carga); el reclutamiento no compensaría una alta mortalidad no natural. La supervivencia adulta es el parámetro demográfico que determina la viabilidad de las poblaciones de aves marinas. Por tanto, el impacto de una mala implantación de la energía eólica marina sería crítico para aves marinas ya amenazadas como las pardelas balear (Puffinus mauretanicus), cenicienta mediterránea (Calonectris diomedea) y atlántica (C. borealis), la gaviota de Audouin (Ichthyaetus audouinii) o el petrel de Bulwer (Bulweria bulwerii).
Además, se debe evaluar la afección a la pesca; si un cambio en las corrientes de agua afectaría a la disponibilidad de presa para las aves marinas. Y también cómo impactaría la contaminación acústica a peces y cetáceos durante la obra y también en explotación, por la transmisión del ruido de la turbina al agua.
La ocupación industrial de un espacio natural debe atenerse siempre al principio de precaución. Y, debido a la falta de experiencia, los proyectos de energía eólica marina necesitan de gestión adaptativa; un proceso estructurado e iterativo de toma de decisión para reducir la incertidumbre.
En Ideas Medioambientales preparamos los estudios de impacto ambiental de los parques eólicos marinos para compatibilizar la implantación de la energía renovable y la conservación de la biodiversidad marina.
Iván Salgado, Biodiversidad