Para nosotros, en Ideas Medioambientales, es fundamental dotar a nuestros técnicos de los medios tecnológicos necesarios para el mejor desempeño de sus funciones. En este sentido a nuestro equipo arqueológico cuenta con un dron para la identificación y documentación de bienes patrimoniales (post relacionado). Desde que se introdujera por primera vez en la RAE el término “dron” en 2014, esta herramienta no ha dejado de deparar sorpresas a los investigadores y técnicos especializados en patrimonio, comenzando su andadura a principios del siglo XX, y más de un siglo de desarrollo militar después, ha agilizado notablemente los procesos de trabajo y nos ha permitido ver lo “invisible”… Bienes patrimoniales etnológicos con vuelo dron.
Los drones de uso civil han demostrado ser una herramienta imprescindible en áreas como la identificación de pinturas rupestres de difícil acceso, el estudio macro del paisaje, la documentación de edificios históricos o la detección de elementos soterrados, solo por citar algún ejemplo.
En la arqueología profesional el tiempo es fundamental. Las nuevas tecnologías han agilizado el trabajo de documentación de bienes patrimoniales, pero también nos ha señalado la presencia de elementos soterrados. Ciertamente, en nuestro trabajo su uso más recurrente es en la documentación de estructuras visibles y en la fotografía aérea de grandes complejos. Por eso, queríamos compartir unas pinceladas sobre las posibilidades que ofrece a los técnicos, por medio de casos que hemos estudiado recientemente de bienes patrimoniales etnológicos observados a través de vuelo dron.
Normalmente, estos complejos o estructuras son elementos etnológicos abandonados como casas de labor, norias, pozos o todo el amplio repertorio de inmuebles integrados en la “arquitectura en piedra seca”. Si bien, no siempre tienen que ser grandes estructuras, pues muchas veces puede tratarse de pequeñas casas de labor en distinto estado de conservación. Es el estado de conservación lo que lleva a muchas administraciones a solicitarnos que documentemos estos bienes a nivel planimétrico y fotográfico.
Es así que contamos con un buen repertorio documental que daría para hacer un estudio tipológico bastante completo sobre modalidades de construcción para un mismo elemento, como, por ejemplo, un pozo. Un pozo puede ser simplemente una apertura en el suelo de varios metros de profundidad o puede contar con toda una variedad de estructuras visibles como cúpulas emergida, cúpulas soterradas, arcones abiertos, o encerrados en estructuras en ladrillo, con puerta, con tejadillo, etc. A lo que cabe añadir elementos asociados como las balsas de decantación, los abrevaderos, las acequias, etc. Es decir, que una simple estructura para la extracción de agua puede complicarse hasta el nivel de excavar un alcavó e incluir una noria para elevar el agua hasta la superficie.
Con frecuencia, estos elementos asociados no son visibles en campo por la vegetación o porque se mimetizan con el paisaje. Otras veces, la estabilidad del bien es precaria, y el dron puede llegar a lugares donde nosotros no podemos. Este fue el caso de una vivienda de dos plantas situada en la provincia de Murcia. Ésta formaba parte del conjunto de elementos etnológicos catalogados por la administración, para la cual se nos solicitó una documentación integral que permitiera el desarrollo de las obras. Gracias a las fotografías aéreas pudimos diferenciar las estancias que la componían e, incluso, conseguimos un modelo 3D del inmueble, todo, en menos de una mañana de trabajo.
Estas fotografías nos permiten hacer esquemas y planos con la distribución de composición de los bienes, así como tomar medidas, valorar el nivel de conservación o identificar restituciones, consolidaciones o reconstrucciones. En definitiva, hacer una radiografía a los procesos de cambio que sufre cualquier inmueble durante su uso y en su abandono.
Laura Castillo, Arqueología