Conocer con precisión las características de los suelos es crucial para cuantificar los impactos directos e indirectos generados de cambios en los usos de estas áreas, así como para un uso sostenible y eficiente de este recurso.
Desde los orígenes de nuestra civilización, o por lo menos desde los inicios de la historia conocida, el ser humano ha tenido una especial sugestión y fascinación por algunos componentes de la naturaleza de nuestro planeta. Múltiples son las manifestaciones artísticas, populares y científico-filosóficas clásicas que versan sobre la libertad, la fuerza y la valentía asociados a grupos como los grandes mamíferos y las aves. Desde leyendas como el ave Fénix hasta mitos como el de Ícaro o los hombres lobo, pasando por manuscritos como los estudios de Leonardo Da Vinci. Todo ello ha generado un sesgo en el conocimiento científico que recabamos hasta la fecha, donde algunos grupos faunísticos y botánicos presentan enormes cantidades de estudios clásicos y actuales, mientras que de otros apenas empezamos a conocer sus dinámicas, por resultar a priori menos atractivos.
¿Qué podemos entender como suelo?
El suelo se podría definir como el conjunto de partículas minerales, materia orgánica, agua, aire y seres vivos situados en la parte superior de la corteza terrestre, dando lugar a un sistema natural altamente complejo y cambiante, necesitando únicamente cambios sutiles en estas variables para desencadenar graves repercusiones a corto y medio plazo sobre sus características.
El suelo es el soporte de la mayor parte de los ecosistemas terrestres del planeta, siendo sustrato para el desarrollo de la vegetación y numerosos grupos de fauna, así como sirviendo de reserva genética, medio de interacción y producción de biomasa. La biodiversidad presente en el suelo va mucho más allá de nuestra propia capacidad de detección a simple vista, como si ocurre con algunas especies de vegetación, entomofauna y mamíferos. Existen gran cantidad de microorganismos como las bacterias, los hongos, los protozoos y otros grupos de seres vivos que encuentran en el suelo las condiciones necesarias para su desarrollo formando parte de procesos que afectan a nivel macroscópico.
¿Dónde radica la importancia del suelo?
El suelo constituye un ente natural vivo y en constante dinamismo, cuyas alteraciones a diferencia de otros aspectos de nuestro planeta no es renovable ni reversible a escala humana.
Este medio se encuentra en la actualidad bajo una amenaza constante, ocasionada por cambios en los usos tradicionales, los drenajes incontrolados de zonas húmedas, el uso de compuestos químicos o la acumulación de metales pesados, entre otras afecciones de origen antropogénico que conllevan un cambio en la dinámica de ciclos tan importantes como los ciclos del nitrógeno, el carbono o el agua en nuestro planeta. Todas estas alteraciones originan daños sobre la salud de los sistemas naturales y humanos, como la contaminación del agua, pérdida de la fertilidad del suelo para cultivos, los cambios en la dinámica de los sistemas vegetales y desaparición de especies.
Pero… ¿por qué estudiar el suelo?
Pese a su importancia en los ecosistemas, generalmente el suelo se convierte en el gran olvidado dentro de los estudios sobre la biodiversidad. Las características de los suelos permiten el almacenamiento de uno de los principales recursos limitantes en los ecosistemas áridos y semiáridos, como es el agua. La mayor parte de nuestro territorio presenta este tipo de zonas, sumado un contexto de cambio climático y alteraciones en la distribución de las precipitaciones ocasiona una disminución constante de la humedad en muchos puntos de nuestra geografía.
De este modo, un mayor conocimiento de las características edáficas, biológicas y balances hídricos del suelo de estas zonas puede contribuir enormemente a una mejor gestión, un uso más sostenible y eficiente de los recursos. Esta gestión se vuelve todavía más importante si cabe a la hora de realizar Estudios de Impacto Ambiental y conocer cuáles son las afecciones directas e indirectas de la implantación de proyectos de energías renovables sobre los sistemas naturales de nuestro territorio. Conocer con precisión las posibles modificaciones generadas permite el establecimiento de medidas de prevención, corrección y compensación precisas para estos impactos y, por tanto, reducirlos al máximo e incluso en algunos casos mejorar las condiciones previas existentes.
Por este motivo, desde Ideas Medioambientales, S.L. hemos puesto en marcha un estudio piloto de recogida de muestras de humedad del suelo mediante sensores en condiciones de laboratorio, que una vez realizadas las pertinentes pruebas y calibraciones serán trasladados e implantados directamente en varios puntos del sustrato de estas estructuras.
Gaspar Arenas, Biodiversidad