Repasamos el inicio del movimiento ecologista-conservacionista de España en el año 70 de la fundación de SEO-Birdlife.
Se ha contado en muchas ocasiones que Francisco Bernis, fundador de SEO (1954), utilizaba los periscopios de artillería en la trinchera a la que le abocó la guerra civil española, para observar el vuelo de las aves. Qué alegoría tan conmovedora y hermosa; instrumentos para matar hombres que, sin embargo, él utilizaba para apreciar la belleza de la fauna libre. Algunos años después, un jovencísimo José Antonio Valverde, enfermo de tuberculosis, frecuentaba los humedales del Pisuerga y del río Duero buscando aire puro para sus maltrechos pulmones. Se enamoraría de las marismas para siempre y llegaría hasta el Guadalquivir para salvar Doñana de la destrucción (1968). Por aquel mismo tiempo, en 1965, un muchacho de pelo largo y voz añeja aparecía por primera vez en TVE con un halcón sacre en su antebrazo. Les hablaba a los telespectadores de cuidar la naturaleza, erradicar la práctica del veneno y proteger a los depredadores de la fauna ibérica porque eran imprescindibles para el equilibrio de los ecosistemas.
Los años en los que Bernis, Valverde y Félix (del que hablamos en este post) irrumpieron en la sociedad española, administraciones públicas como el Instituto para la Reforma y el Desarrollo Agrícola (IRYDA), desecaban las marismas y desmontaban cientos de miles de hectáreas de bosque mediterráneo autóctono para plantar pinos y eucaliptos como materia prima para la industria papelera. El Servicio Nacional de Caza y Pesca Fluvial controlaba a las Juntas de Extinción de Animales Dañinos, una suerte de comandos organizados que llenaban los montes de cepos, trampas y estricnina para acabar con lobos, linces, osos y grandes rapaces, pagando recompensas a las personas que se presentaran en sus oficinas con garras, colmillos o cabezas de estos animales.
El Ministerio de Obras Pública (MOPU) construía hoteles y segundas residencias como rosquillas en plena línea de costa, para dotar al litoral de los servicios esenciales que el país necesitaba en su despegue como potencia turística, en un intento de convertir España en el Caribe de Europa.
A principios de la década de los 50 del siglo pasado, a diferencia de las democracias occidentales que tenían grandes organizaciones conservacionistas desde finales del siglo XIX, no existía en nuestro país asociación alguna para la defensa de la naturaleza Y entonces, todo se precipitó. La mente que se abre a una idea nueva nunca vuelve a su tamaño original, y en mitad de aquel páramo de cemento litoral, bosques atestados de eucaliptos y montes llenos de trampas y veneno, Bernis fundó la SEO, Valverde lideró la creación de ADENA y del World Wildlife Fund (WWF) y Félix emprendió una ofensiva pedagógica y de sensibilización ambiental que aún hoy no ha tenido parangón.
Hoy, nuestro país tiene 16 parques nacionales y centenares de espacios protegidos. La normativa ambiental está regulada por más de 20 leyes específicas y otras decenas de decretos. Existen listados de protección de flora y fauna, se ha prohibido y perseguido el uso del veneno y millares de turistas pagan dinero por fotografiar a un lobo, a un oso o a un lince. El Estado invierte en programas públicos de voluntariado y educación ambiental, y el tejido asociativo es muy rico en colectivos conservacionistas y naturalistas. Los retos, sin duda, siempre serán más que los logros, pero el balance de mejoras, compromiso y sensibilización es innegable.
Y todo se lo debemos en buena medida a estos tres hombres y a aquellos años que, como en la película de Fernando Colomo, llamaremos ‘bárbaros’ porque sin duda marcaron sus vidas y las de muchas generaciones, por la actividad frenética y el despertar hacia un mundo con mayor sensibilidad, porque todo se desarrolló en medio de una situación política muy tensa y difícil, por lo mucho que enseñaron y aprendimos, y sobre todo, porque en el fondo, Bernis, Valverde y Félix, invirtieron en aquellos años lo mejor de sus vidas para hacer que las nuestras hoy, puedan ser mejores.
Si veinte años no es nada, como cantaba Gardel en su famoso tango, tal vez 70 años tampoco lo sean, pero es un tiempo más que suficiente para ofrecernos con perspectiva serena los avances conseguidos y el cambio de mentalidad tan deseado.
Enhorabuena a la Sociedad Española de Ornitología en el 70º Aniversario de su fundación (1954 – 2024).
Chema Fernández, Biodiversidad