Como decíamos en la primera parte de este post, estas áreas de descanso no sólo estaban destinadas al amparo del ganado, también los humanos tenían sus espacios entre esos grandes muros que les servían de protección ante posibles peligros externos.
Así, dentro de esos grandes espacios se reservan otros, de dimensiones mucho más reducidas, claramente dedicados al resguardo de las personas que acompañaban los rebaños en su migración. Estas estructuras son principalmente restos de pequeños chozos o cabañas, generalmente adosados a los gruesos muros de los corrales, de las se conservan sólo las paredes perimetrales de esos refugios que debieron estar cubiertos con techumbres de elementos vegetales hoy totalmente perdidos.
Los chozos de los que hablamos tienen planta más o menos cuadrangular y una superficie, en general, menor a los 4 m cuadrados. En la cara interna de sus paredes encontramos distintos elementos a modo de alacenas o vasares que debieron usarse para albergar desde vajilla a candiles para su iluminación. No se observan en ningún caso, a falta de estudios en profundidad, zonas concretas destinadas a hogares en su interior, por lo que probablemente se cocinaría en el exterior de estos chozos.
Otro elemento presente en el conjunto que estamos tratando y que hemos podido ver en otras zonas, aunque relacionado con el mundo agrario en ese caso, es una atalaya usada para vigilancia de los rebaños encaramándose a ella. Realizada también en mampostería de piedra seca presenta forma tronco-cónica con una base de unos 2 m de diámetro y paredes ataludadas hasta una altura de unos 3 m.
En cuanto a la cronología de estos restos, como ya indicamos en otra de nuestras intervenciones (Los restos de la Vía Hercúlea o Augusta a su paso por Albacete), debemos tener en cuenta que esta cañada ha sido relacionada por algunos autores con la Vía Hercúlea o Augusta (conocida también como Camino de Aníbal) que unía Gades con Roma, y que fue la calzada romana más larga de la Hispania romana con una longitud aproximada dentro de la Península Ibérica de 1.500 km que discurrían desde los Pirineos hasta Cádiz, bordeando el Mediterráneo; así lo recuerdan Ñacle y Velasco (2001) en su publicación sobre las Vías Pecuarias de Albacete en la que señalan que desde el término de Balazote hacia el este, la Cañada Real de Andalucía coincide con la antigua calzada romana.
En este caso, por comparativa con otros yacimientos arqueológicos bien conocidos (Castellar de Meca, Tolmo de Minateda), la profundidad de las huellas de rodadas en la roca, nos llevaría a pensar hasta en una posible cronología de época ibérica, aunque el uso principal del conjunto debemos adscribirlo a algún momento de la Edad Media.
Bibliografía
- Abad Casal L, Gutiérrez Lloret S, Sanz Gamo R. El Tolmo de Minateda. Una historia de tres mil quinientos años. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Toledo, 1999
- Broncano Rodríguez S, Alfaro Arregui MM. Los accesos a la ciudad ibérica de Meca mediante sus caminos de ruedas. Servicio de Investigación prehistórica. Diputación Provincial de Valencia, 1997
- Carrasco, G., 1988: “Comunicaciones romanas de la provincia de Albacete en los itinerarios de época clásica”, Al Basit, 23, págs. 41-42
- Ñacle, A. y Velasco, J.M., 2001: Vías Pecuarias de la Provincia de Albacete. Diputación de Albacete.
- https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/politica-forestal/vias-pecuarias.html#origen
- https://dle.rae.es/trashumar
José Luis Serna, Arqueología