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La Cueva del Niño (Ayna, Albacete) y sus pinturas rupestres

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Os seguimos hablando de zonas con gran valor arqueológico y que adscribimos a nuestra sección de Evaluación y Control Arqueológico, en este caso os mostramos La Cueva del Niño, situada en el término municipal de Ayna, en el suroeste de la provincia de Albacete.

El lugar donde se ubica la cueva se encuentra a unos 700 mts. de altura sobre el nivel del mar, en las estribaciones orientales de la Sierra de Alcaraz, y en el cauce alto del Río Mundo, afluente del río Segura que recoge las aguas de toda la vertiente meridional de esta sierra y al que confluyen multitud de barrancos. En uno de ellos, llamado Barranco del Infierno, y a media altura, se encuentra localizada la cueva; ésta presenta una planta irregular más o menos ovalada con la entrada situada en uno de sus extremos y aparece dividida en dos salas principales separadas por una gruesa columna estalactítica.

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Imagen de la entrada a la cueva.

El descubrimiento de la cueva

Si bien esta cueva era conocida en la región desde hacía tiempo, fue el 1 de Mayo de 1970, tal como nos relata M. Almagro (1971, 1972), cuando se descubrió la existencia de las pinturas rupestres que en ella había. Fue éste un descubrimiento totalmente casual realizado por unos jóvenes excursionistas que penetraron con linternas en la cueva. Al volver de su excursión dieron noticia del hallazgo al señor alcalde de Peñas de San Pedro, quien avisó al entonces director del Museo de Albacete y Consejero Provincial de Bellas Artes, don Samuel de los Santos Gallego, que visitó la cueva el 9 de Mayo de ese año. Ante el indudable interés del hallazgo y las posibles visitas y destrucciones incontroladas de la cueva, el comisario general de excavaciones decidió enviar a Martín Almagro Gorbea para realizar una exacta valoración del yacimiento y proceder a su adecuada protección. Así, se procedió al cerramiento de la cueva con una reja de hierro que evitara el paso de visitas sin alterar a la vez el clima interior de las pinturas. En sucesivas visitas se pudieron descubrir restos de industria lítica y cerámicas impresas que comprobaron la existencia de un interesante yacimiento arqueológico, además de la presencia de otras representaciones pintadas en el exterior de la cueva pertenecientes al ciclo de Arte Levantino.

Las excavaciones en el yacimiento

En 1973 el relleno sedimentario del yacimiento fue objeto de una serie de sondeos estratigráficos a cargo del Dr. Iain Davidson cuyo objetivo principal era obtener algún tipo de información acerca de los modelos económicos y la cronología de las diferentes ocupaciones que durante el Paleolítico Superior debieron tener lugar en este yacimiento (Higgs et al. 1976). Las excavaciones se centraron en cuatro sondeos de escasa extensión, dos en el interior de la cueva, donde se obtuvo el mayor desarrollo estratigráfico, y dos en el interior, junto a los paneles con pinturas rupestres. La datación del yacimiento resultó bastante problemática en ausencia de una cronología de radiocarbono o de claras evidencias tipológicas o faunísticas. Según Davidson (1980) el yacimiento podría tener tres fases principales de ocupación: la primera de ellas, documentada en los sondeos exteriores, tendría lugar durante el Paleolítico Medio, en este momento, la subsistencia estaba basada en la caza de una diversidad de mamíferos, fundamentalmente cabras y caballos, aunque también aparecen restos de otros animales como ciervos, corzos, conejos, uros e incluso rinoceronte. Todo esto tendría lugar durante visitas estacionales de muy corta duración. En estos estratos inferiores también se recuperaron restos de carnívoros, como lince y oso, aunque no está claro si éstos fueron presa de los neandertales, o si por el contrario ocuparon la cavidad una vez que los humanos la habían abandonado.

Punta musteriense tallada sobre cuarcita.

En la fase media, relacionable quizá con alguno de los periodos finales del Paleolítico Superior y documentada en el sondeo abierto frente al panel principal, se descubrieron una serie de niveles estructurales con evidencias de hogares, zanjas y agujeros de poste, elementos que fueron pobremente documentados al no haberse realizado una excavación extensiva en el yacimiento. Aquí, en el sondeo denominado Trinchera Interior, se documentaron restos con una antigüedad de unos 27.000 años según la datación por Carbono-14 de un fragmento de hueso.

Finalmente, los depósitos superiores contienen una industria de tipo Epipaleolítico al que se superponen por último dos momentos de ocupación intensiva del yacimiento ya en periodos cerámicos; el Dr. Chapman distinguió dos episodios a partir de la pequeña muestra de material cerámico recuperada, uno correspondiente al Neolítico y otro de cronología posterior.

Vaso Neolítico

Las representaciones pictóricas paleolíticas

El estudio de las pinturas, tanto de las de época paleolítica situadas en el interior como las de estilo levantino del exterior, fue llevado a cabo por el Dr. Martín Almagro Gorbea (1971, 1972) quien advirtió la existencia en la cueva de dos paneles con representaciones paleolíticas; el más importante en la sala de la entrada, y el segundo en uno de los lados de la sala interior. En total, las figuras representadas por el hombre paleolítico en la Cueva del Niño son veintidós; entre ellas, trece son representaciones de animales y el resto está formado por una serie de representaciones abstractas o complementarias de las anteriores. Es importante resaltar que todas estas representaciones, siempre pintadas (no existen o no se han encontrado por el momento representaciones grabadas), son monócromas, ofreciendo exclusivamente una gama de colores rojos con variaciones en tono e intensidad que se deben, como señala el autor antes citado, al empleo de distintos tipos de colorante, lo que podría tener cierto valor cronológico relativo, al indicarnos diferentes momentos en la realización de las pinturas.

En la sala principal las representaciones rupestres se concentran en un único panel, un lienzo de pared situada a la izquierda de la entrada, y en una zona de penumbra, por lo que las figuras pueden ser vistas con luz natural. Este panel del vestíbulo está compuesto por 13 grafías, de las que 3 corresponden a dos líneas y una mancha de colorante, mientras que las 10 restantes a figuras de animales, aunque en una de ellas no es posible precisar a cuál. Entre las figuras identificadas encontramos:

  • Una cabra en horizontal y orientada hacia la izquierda, es decir, hacia el exterior de la cueva. Esta figura tiene gran detalle, como un despiece en el vientre (una línea paralela al vientre que podría indicar un cambio en el color del pelaje del animal) y dos trazos verticales sobre ella, que podrían representar dos proyectiles. Se encuentra en un lienzo inferior, en un nivel diferente del resto del panel, y está tapada en la actualidad por una capa de calcita, aunque es perfectamente visible.
  • Dos ciervas enfrentadas, una de ellas mirando hacia la derecha (hacia el interior de la cavidad) y ligeramente inclinada hacia abajo, y la otra orientada hacia la izquierda.
    En el centro del panel encontramos tres figuras de cérvidos, dos ciervos machos de gran tamaño y una cierva. Ésta última está situada por debajo del ciervo más grande, y sólo se ha representado la mitad anterior del animal (la cabeza y la mitad delantera del cuerpo). Presenta alguno de los convencionalismos más típicos para este tipo de animales en el arte rupestre paleolítico, como el morro alargado y las orejas en forma de V. Los dos ciervos son sin duda las figuras principales del panel, tanto por su posición central como por su tamaño, ya que son las figuras más grandes del panel. Ambos están realizados con gran detalle, presentando la cornamenta, orejas, ojo y líneas interiores.
Detalle de cérvido.

Bajo los ciervos encontramos dos figuras, ambas dispuestas en horizontal y mirando hacia la derecha. Se trata de un caballo el único existente en la cavidad, y una cabra, muy similar a la que existe en el extremo opuesto del panel, puesto que también presenta relleno de color y línea de despiece interior, así como un posible proyectil.

Completa este panel una figura de bóvido, imposible de identificar debido a su mal estado de conservación. Se encuentra en un lienzo separado, perpendicular al resto del panel e inclinado hacia el suelo. Muestra un cuerno orientado hacia adelante o el arranque de otro, y podría corresponder a un uro (toro prehistórico), pero resulta imposible concretarlo.

Bóvido del panel principal. (según M. Almagro 1971)

Separado del vestíbulo por un caos de bloques y una gran formación estalagmítica, se encuentra el segundo sector con pinturas rupestres, repartido en tres zonas: una primera zona de paso, formada por los bloques caídos que separan la zona interior de la cavidad del vestíbulo, donde se localiza una mancha; una segunda zona, situada en el lateral izquierdo de la cueva, que contiene el principal panel del sector interior; y finalmente, un tercer panel localizado al fondo de la cavidad, y que contiene una figura animal indeterminada.

Por otra parte, y ya para finalizar, bástenos sólo apuntar la existencia a la entrada de la cueva de tres figuras antropomorfas estilizadas pertenecientes al estilo de arte levantino y bastante alejadas cronológicamente por tanto de las pinturas halladas en el interior, sin que se pueda hablar de relaciones entre ambos estilos por su presencia en un mismo yacimiento.

Figuras de estilo levantino.

Interpretación y significación de las pinturas

La gran importancia de las pinturas paleolíticas de la Cueva del Niño reside (Almagro 1972), aparte de en su calidad artística, en su localización geográfica, que viene a ocupar un espacio vacío en lo que se refiere a la distribución del arte rupestre de este periodo, y que pone en relación las áreas artísticas paleolíticas del Levante peninsular (Parpalló, Cova Fosca) con las abundantes estaciones malagueñas (La Pileta, Doña Trinidad, Nerja, Higuerón, Toro). Así mismo, el descubrimiento de este tipo de representaciones en diversas zonas de las mesetas (Cueva de La Griega en Segovia, Los Casares en Guadalajara) ha supuesto una cierta ruptura del tradicional concepto de “provincia artística mediterránea” al unirse en estos yacimientos caracteres propios del arte cantábrico con la estilización y esquematización del mediterráneo (Villaverde 1988).

En cuanto a la cronología de estas pinturas, Almagro (1973) señala la gran unidad estilística existente entre ellas y, aunque separadas en cuatro fases distintas de realización, cree que cabría situarlas en el ciclo auriñaco-perigordiense según la cronología establecida por H. Breuil (1952), aunque según el sistema de estilos acuñado por Leroi-Gourham (1965), las representaciones de la Cueva del Niño podrían corresponder al Estilo III de este autor, con una cronología de finales del Solutrense o inicios del Magdaleniense.

Para J. Fortea (1978) cabría hacer una distinción de estilos entre las ciervas y caballos por un lado, que tendrían una cronología del Solutrense medio-superior (20.000-17.000 años) y los grandes ciervos y las cabras del panel principal, cuyas líneas de despiece en cuello y vientre respectivamente son típicas convenciones de diferencias de coloración en el pelaje propias del Estilo IV antiguo de Leroi (Barandiarán 1972). A estas representaciones más recientes habría que añadir el serpentiforme con rayado interno que encuentra sus mayores paralelos en las plaquetas gravadas del Magdaleniense III de Parpalló, fechado en el 13.800 B.p. Por el momento resulta muy difícil discernir esta disyuntiva al carecer de un conocimiento suficiente del desarrollo del Paleolítico Superior en esta región o en la cueva misma, donde las excavaciones realizadas por I. Davidson y H. Higgs en 1973 no dieron los resultados apetecidos tal como ya hemos comentado.

Tras su descubrimiento y posterior excavación, las pinturas rupestres de la Cueva del Niño fueron revisadas en diversas ocasiones, como en 1978 por Javier Fortea o en 1994 y 2003 por Javier Alcolea y Rodrigo de Balbín, trabajos que se centraban fundamentalmente en la posible cronología de las representaciones y sus paralelismos con otros núcleos cantábricos, levantinos o de la Meseta. Junto a la revisión de las pinturas, se publicaron también diversos trabajos sobre el yacimiento arqueológico y los yacimientos de superficie documentados durante la campaña de prospecciones, destacando los trabajos de José Luis Serna sobre el Paleolítico Medio de la región.

Visita la cueva

 

Tal y como informa el Ayuntamiento de Ayna, la visita a la Cueva del Niño se realiza obligatoriamente con guía, situándose a 16 kilómetros en coche por carretera, 2 kilómetros de pista forestal y 45 minutos andando por sendero de montaña desde Ayna. Es necesario llevar agua, linterna y calzado adecuado.

La reserva de la excursión debe hacerse con varios días de antelación. Para más información:
Oficina de Turismo. Telf.: 967 29 53 16 ó Ayuntamiento. Telf.: 967 29 50 01

Bibliografía

  • ALMAGRO GORBEA, M. (1971). “La cueva del Niño (Albacete) y La cueva de la Griega (Segovia). Dos yacimientos de arte rupestre recientemente descubiertos en la Península Ibérica.”. Trabajos de Prehistoria, 28, 9-62.
  • — (1972). “Descubrimiento de una cueva con arte rupestre paleolítico en la provincia de Albacete.”. En Simposio Internacional de Arte Rupestre de Santander, 475-497. Santander.
  • BALBÍN BERHMANN, R. y ALCOLEA GONZÁLEZ, J. (1994). “Arte paleolítico de la Meseta Española”. Complutum, 5, 97-138.
  • DAVIDSON, I. (1989). La economía del final del Paleolítico en la España oriental. Valencia: Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación Provincial de Valencia. 85.
  • DAVIDSON, I. y GARCÍA MORENO, A. (2013): La excavación arqueológica de la Cueva del Niño (Ayna, Albacete) de 1973: secuencia estratigráfica y materiales. Al-Basit 58, pp. 91-117.
  • FORTEA, J., (1978). Arte Paleolítico del Mediterráneo Español, Trabajos de Prehistoria, 35.
  • MARTÍ OLIVER, B. (1988). “Vaso neolítico procedente de la Cueva del Niño (Ayna, Albacete).”. En Homenaje a Samuel de los Santos, 77-80. Albacete: Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”.
  • SERNA LOPEZ, J.L. (1997). “Consideraciones sobre economía y ocupación del territorio durante la prehistoria inicial. El caso de los yacimientos paleolíticos y epipaleolíticos de la cuenca del Río Mundo”. Archivo de Prehistoria Levantina, 22, 57-71.
  • — (1999). El Paleolítico medio en la provincia de Albacete. Albacete: Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”.
    VILLAVERDE, V. (1988). “Consideraciones sobre la secuencia del Parpalló y el arte paleolítico del Mediterráneo español” Archivo de prehistoria levantina 18, 1988, págs. 11-47
  • ALEJANDRO GARCÍA-MORENO “https://cuevadelnino.wordpress.com”
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