Hace ya un tiempo publicamos el siguiente plano en las redes sociales. En el representábamos los estragos que el fuego purificador estaba haciendo en las instalaciones de gestión de residuos, en las que aparecían incendios sin control.
Aquellos 11 incendios en poco más de 4 meses nos parecían exagerados, pero nuestra inocencia nunca nos hizo prever que aquello era sólo el comienzo. El fuego valyrio de los gestores, a partir del famoso incendio de Seseña, no paró de crecer y extenderse, y está dejando el sector reducido a cenizas.
Muestra de ello es el video que hemos colgado estos días como spoiler en las redes, y que tanto ha triunfado. En el se puede ver cómo es posible pasar de 2,7 incendios/mes a los 5 a 8 incendios que estamos viendo actualmente, sin que nadie tome cartas en el asunto.
Y pese a que la evidencia es escandalosa, y la plaga generada totalmente relevante, nadie parece darse cuenta. Salvo cuatro gatos como nosotros, BlogSOStenible, Productor de Sostenibilidad, y algunas plantaformas como Gestores de Residuos, ningún medio de comunicación ha ofrecido mayor relevancia a estos temas, más allá de la clásica referencia al incendio puntual a escala local o como mucho regional.
INDENCIOS FORTUITOS, ¿de verdad?
Sólo con analizar las noticias que se cuelgan en los medios locales ya nos podremos percatar que este incremento es en buena parte intencional, premeditado y claramente vinculado a actividades ilícitas y/o gestores que se hunden en la miseria:
- Aparatosos incendios extrañamente virulentos que obligan a desplazar a varias unidades de bomberos.
- Generados por la noche o a primera hora de la tarde, en la hora de comer.
- Cuando no quedaba nadie en la nave, gracias a lo cual no hay que lamentar bajas humanas.
- Cuantiosos daños materiales y toneladas de residuos desaparecidas.
- Incendios que se repiten varias veces en la misma instalación (e.g. los de Caudete de las Fuentes o L’Alcudia)
- Ayuntamientos y áreas geográficas que acumulan varios incendios (e.g. Chiloeches, que lleva 7 incendios en el último año)
Pero, ¿por qué lo hacen?
Algunos indican que es pura especulación. Los gestores acumulan residuos para buscar el mejor precio de la fracción de residuo que tienen que vender, y mientras lo buscan terminan por acumular el residuo y, o bien corren riesgos innecesarios, o bien directamente le prenden fuego intencionalmente al no encontrar salida en el mercado.
A nosotros esta teoría se nos antoja difícil. Y de hecho, si comparamos parámetros como el precio del papel mezclado para reciclaje (€/ton) frente al número de incendios registrados, no parece que exista una gran vinculación. El papel mezclado, una de las categorías que más arde en estos incendios, lleva un tiempo incrementando su cotización, y sin embargo el número de incendios no para de crecer.
Pero entonces, ¿por qué le prenden fuego a las instalaciones?
Es cierto que en el sector es importante obtener un buen precio, como en cualquier negocio, pero este precio tiene para el gestor varias vertientes a considerar, con márgenes muy estrechos de maniobra, que en cualquier caso no hacen recomendable jugar con el almacenamiento de miles de toneladas de residuos.
Los buenos gestores saben que el truco para ganar dinero en el sector está en la cantidad de residuos que muevas y no en la almacenada.
El principal problema, bajo nuestro punto de vista, es que en España no se cobra por gestionar residuos, sino por asumir la titularidad de los mismos. Esto hace que, si el que asume la titularidad del residuo es un delincuente, o directamente un incompetente, no se haga efectivo el tratamiento cuando corresponda, y el residuo termine en sitios indebidos o directamente ardiendo como una tea.
Y es que si un gestor cobra por retirar un residuo, cobra por adelantado una operación que tiene que procurar realizar a posterioridad. Si existen otras prioridades para ese dinero, surgen imprevistos, se hacen nuevas inversiones que no fructifican, o sencillamente se termina ese “chollo” que había montado para ganar un buen márgen, el residuo queda sin gestión y se acumula sin remedio hasta que termina desapareciendo en una columna de humo que se pierde en el horizonte.
Puedes leer el artículo original en La Calidad Ambiental.