Una de las virtudes más fascinantes de la vida es que, si las condiciones ambientales lo permiten, es capaz de seguir generando nuevos organismos de estructura y complejidad cada vez mayor. Siguiendo esta máxima, los anfibios que colonizaron el planeta Tierra hace unos 360 millones de años no fueron una excepción, y sus distintas progenies urdieron ramas evolutivas que diversificaron la fauna vertebrada de Pangea. Alguna de aquellas estirpes de primitivos batracios, 270 millones de años atrás, daría origen y evolución de los reptiles, sin duda, una de las 5 clases de vertebrados que más diversidad de formas vivas presentó en el gran árbol de la vida.
Y el SEÑOR nuestro Dios dijo a la serpiente: –Por cuanto has hecho esto, maldita serás por siempre, más que todos los animales, y más que todas las bestias del campo; sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida–.Génesis 3:14.
Los reptiles primigenios aparecieron durante el periodo Carbonífero, dentro de la era paleozoica, con el Hylonomus como primer fósil identificado, y debieron prosperar en un mundo donde los grandes biomas eran bosques densos similares a las selvas tropicales. La necesidad de irse independizando cada vez más del líquido elemento los fue dotando de adaptaciones evolutivas para adecuarse a la tierra firme; perfeccionamiento del aparato cardiovascular y la respiración pulmonar, una piel seca, impermeable y escamosa, única en el reino animal y una reproducción ovípara que mantenía a sus embriones cubiertos y protegidos por un líquido amniótico. Nacer fuera del agua, sería ya posible.
Muchas formas evolucionaron y florecieron durante el Mesozoico, también conocido como “era de los reptiles”, alcanzado su cenit en el Triásico con el domino absoluto de los dinosaurios como vertebrados superiores del Planeta Tierra, existiendo entonces hasta 23 órdenes de especies, de los que sólo 5 han perdurado hasta nuestros días. Parecía un mundo hecho y pensado para los reptiles, pero aquel meteorito lo transformó todo.
En la actualidad existen en la biosfera unas 11.000 especie documentadas de reptiles, de las que un 21% se encuentran en peligro de extinción. El informe de evaluación mundial publicado por la Revista Nature en abril de 2022, determinaba que más de 1.800 especies corren el riesgo de desaparecer.
La ciencia ha tardado mucho en catalogar debidamente a estos animales. Sin duda, los reptiles son menos carismáticos que los mamíferos o las aves, y no cuentan con tantas asociaciones para su conocimiento y conservación. Parece que el anatema bíblico del Génesis tuvo un gran predicamento, especialmente entre los países que profesaron mayoritariamente las religiones del gran libro; judíos, cristianos e islámicos. Durante siglos los reptiles, y especialmente las serpientes, protagonizaron relatos mitológicos atroces y monstruosos, personificando representaciones del diablo y encarnado las mayores miserias de la condición humana, impregnando negativamente la cultura de las sociedades y contribuyendo a que existiera un enorme desconocimiento, temor infundado e indiferencia hacia su biología y sus amenazas. El reptil bueno, era el reptil muerto.
Para encontrar la principal amenaza solo hay que fijarse en un mamífero bípedo: el ser humano, causante de la deforestación, la ampliación de las zonas urbanas, la transformación de los suelos para incrementar la superficie agrícola o ganadera, las especies invasoras introducidas, las capturas para mascotas de terrario, la persecución directa y la caza en el caso de las tortugas y los cocodrilos, han provocado gravísimos recesos poblacionales en centenares de especies.
En la península ibérica existen unas 60 especies de reptiles, encontrándose 12 de ellas, el 20%, catalogadas como vulnerables o en peligro de extinción, destacando la tortuga mora, el camaleón común, los grandes saurios del archipiélago canario o los lacértidos endémicos de las Baleares.
Es innegable que el imaginario colectivo de la mayoría de las culturas humanas, tal vez a excepción de los credos hindúes, budistas y los pueblos de la América precolombina, ha hecho de los reptiles en general —y de las serpientes en particular—, seres repulsivos que debían ser eliminados. Desde la serpiente del Edén a los basiliscos de la mitología griega, pasando por el ofidio que mordió al Principito o la enorme Pitón obsesionada con engullir a Mowgli en el Libro de la Selva, sus leyendas terroríficas invadieron los cuentos y las fábulas de todo el orbe. En este sentido, en muchos mitos rurales de la cuenca mediterránea, se hablaba de la descabellada habilidad de las culebras para hipnotizar a las madres mientras lactaban, meter su cola en la boca del bebé a modo de “chupete” para que no llorase y evitar así que despertara a su madre y, mediante esta enrevesada destreza, darse un buen atracón de leche humana.
Aunque lentamente, la ciencia ha sido capaz de ir eliminado estos mitos y demostrando que los reptiles, grandes consumidores de insectos, moluscos, aves granívoras, lagomorfos, tálpidos y roedores, ejercen una labor esencial en el equilibrio de los ecosistemas, saneamiento de poblaciones y eliminación de portadores de patógenos, convirtiéndose en grandes aliados para el control de especies que se alimentan de los cultivos agrícolas y son dañinas para las cosechas o actúan como potenciales transmisores de numerosas infecciones para el ser humano, concretamente, hasta 20 tipos de enfermedades en el caso de las ratas y ratones.
Los reptiles son uno de los grupos animales más fascinantes que existen. El sigilo de sus movimientos, sus hábitos esquivos, sus bellísimos colores, las sorprendentes técnicas de caza que emplean sobre sus presas, el carácter indómito de su comportamiento y su riquísima filogenia evolutiva, deben hacernos entender su importancia en la historia evolutiva, el funcionamiento de la naturaleza y los múltiples beneficios que aportan al ser humano y, por ende, aprender a respetarlos y conservarlos.
Y así, y de una vez para siempre, conseguir que aquella endiablada manzana no siga siendo la excusa ni la venganza para continuar destruyendo a este linaje de asombrosos seres vivos.
Para saber más:
- Manual de identificación de reptiles y anfibios de Europa y la península Ibérica. (2001). Halliday, M. O’Shea. Editorial Omega.
- Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España (2002) Ministerio para la Transición EcológicaJuan M. Pleguezuelos, Rafael Márquez Miguel Lizana (Editores científicos)
- Anfibios y Reptiles de España, Islas Canarias y Baleares. (2011) Editorial Omega. Nuevas guías de Campo. A. Masó, M. Pijoan
- Reptiles de España (2013). Editorial Omega. Alfredo Salvador; Juan M. Pleguezuelos.
- Mi primera guía de campo para anfibios y reptiles. (2017). Editorial Tundra. Víctor J. Hernández
- Guía de Anfibios y Reptiles de la península Ibérica, Baleares y Canarias. Ed. GeoPlaneta. Barcelona. Año 1999.
Chema Fernández, Biodiversidad