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El olivar tradicional, oasis de biodiversidad

Cuando imaginamos el hábitat de los animales salvajes solemos asociarlos con idílicos bosques y frondosos matorrales, poblados por infinidad de especies autóctonas e intrincadas relaciones ecológicas. No nos hacemos la misma idea al pensar en un campo de trigo, una viña o unos almendros: cultivos monoespecíficos, periódicamente labrados y con frecuente manipulación humana. Pero, ¿es esto realmente así?

El estudio y sus resultados

En una zona del Campo de Montiel Albacetense se analizó cómo los elementos que configuran el paisaje influían en la presencia de especies de mamíferos carnívoros (Arenas, 2012).

Tras los convenientes censos en campo y estudio de paisaje mediante SIG se obtuvieron los modelos “fauna-hábitat” que establecían las relaciones entre el paisaje y los mamíferos carnívoros. El resultado esperado era encontrar una asociación entre este grupo de animales y los ambientes de vegetación natural como bosques y matorral. Sin embargo esto no fue así. Los resultados fueron muy diversos con las distintas especies pero ninguna mostró una preferencia por los bosques y matorrales naturales. En cambio, el ambiente que sí destacó fue el olivar: el gato montés (Felix silvestris) y la comadreja (Mustela nivalis) se asociaban al ambiente de olivar.

La importancia del olivar para estas dos especies

Ante este interesante resultado se planteaban nuevas preguntas: ¿por qué sucede esto?, ¿qué ofrece el olivar a estas especies?, ¿qué importancia tiene este resultado para el propio olivar? Para responder a estas cuestiones analizaremos como el olivar podría suplir las necesidades más básicas de estos animales: refugio y alimento y qué conlleva para el olivar la presencia de estas especies.

En el caso de la comadreja, el olivar presente en la zona de estudio, mayoritariamente centenario y dividido en pequeñas parcelas, ofrecería multitud de refugios entre los huecos de los gruesos troncos y los linderos de piedras amontonadas. En cuanto a los recursos de alimentación, la comadreja es un animal estrictamente carnívoro especializado en la captura de micromamíferos como el ratón moruno (Mus spretus) o el lirón careto (Eliomys quercinus) que a su vez encuentran alimento y refugio en el olivar (Muñoz-Cobo & Montesino, 2005; Tarjuelo, 2010).

Comadreja. Fuente: Luis Antonio Arenas Cantero

 

Olivos como refugios

A diferencia de la comadreja, el gato montés es demasiado grande para encontrar buena protección en el olivar como refugio. La vegetación natural cerrada en forma de matorral, sotos o bosque debe realizar esta función, sin embargo no necesita grandes extensiones de estas formaciones, pues el resultado del estudio habría sido diferente. A este respecto parece arreglarse con las pequeñas manchas de vegetación natural presentes entre linderos, pendientes, arroyos, etc., lo que se conoce como “paisaje en mosaico” y que es propio de los olivares tradicionales del Campo de Montiel. Por lo tanto deben ser los recursos tróficos que pueda ofrecerle el olivar los que atraigan a esta especie.

El gato montés es capaz de predar sobre un amplio espectro de presas entre las que se citan mamíferos de pequeño y mediano tamaño, aves, reptiles, insectos, etc. (García, 2004; Lozano, 2009). El olivar puede ser hogar de multitud de estas posibles presas: micromamíferos como los mencionados anteriormente; el conejo (Orictolagus cuniculus) puede ser muy abundante llegando al punto, incluso, de provocar daños sobre este cultivo (Pastor, 2007; Arques et al., 2010); para la liebre ibérica (Lepus granatensis) el olivar constituye un hábitat clave en los ambientes mediterráneos y es donde alcanza sus mayores densidades (Duarte, 2000); aves insectívoras como las de la familia de los páridos utilizan el olivar para alimentarse y nidificar (Muñoz-Cobo & Montesino, 2005); para otras como las del género Turdus el olivar cobra vital importancia en época de migración e invernada proporcionando refugio y alimento en forma de aceitunas (Soler et al., 1988; González-Solís & Ruiz, 1990); en determinados lugares, se ha observado una correlación positiva entre densidades de perdiz roja (Alectoris rufa) y cobertura de olivar (Díaz-Espejo, 2004).

Gato montés. Fuente: Luis Antonio Arenas Cantero

La importancia de estas dos especies para el olivar

Ya hemos visto lo que significa el olivar para la comadreja y el gato montés pero, ¿qué importancia tiene la presencia de estas especies para el propio olivar? El mero hecho de que especies carnívoras estrictas como estas habiten este ambiente ya es un indicativo de biodiversidad, pues al estar en los eslabones altos de la cadena trófica nos informa de que los eslabones más bajos e intermedios se deben encontrar bien representados por multitud de especies y todos juntos forman un ecosistema.

Además, estas especies carnívoras tendrían una función de control sobre otros animales que en su ausencia podrían llegar a ocasionar daños graves al olivar y por tanto a las cosechas, como los topillos o los conejos (Lucena et al., 2017). Y es aquí donde aparece un importante elemento de este “ecosistema”, pues sin él no existiría: el ser humano. Y es que el olivar es uno de los cultivos más antiguos del mundo, originándose hace más de 6000 años. Fenicios, romanos y árabes impulsaron su expansión por la Península Ibérica y su explotación se ha mantenido de manera ininterrumpida hasta el presente (Lucena et al. 2017).

En la actualidad, el olivar tradicional se encuentra en decadencia. Entre las causas estaría la bajada de precios en origen del aceite, la intensificación de las explotaciones oliveras modernas y las estrategias de la Política Agraria Común (PAC) (López, 2019), pero este tema daría para otro post. Poco a poco, el olivar tradicional, todo un ejemplo de sostenibilidad, se va dejando abandonado o es arrancado para adornar glorietas y jardines, perdiéndose un cultivo que durante siglos ha tenido un importantísimo papel social, económico y medioambiental.


Bibliografía

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