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Criptowatios

criptowatt

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Desde nuestra perspectiva de consultores ambientales, especializados en dar cobertura a nuevos desarrollos en energías renovables, cada vez es más evidente lo volátiles que llegan a ser un porcentaje significativo de proyectos, lo cual nos ha llevado a acuñar el término de criptowatios.

Está comúnmente aceptado que en todos los mercados con fluctuaciones y picos de alta demanda, (como pueden ser el tradicional inmobiliario y ahora el tecnológico o el energético) haya movimientos especulativos o de oferta oportunista (carente de rigor técnico suficiente) que desvirtúen los precios, la credibilidad de producto y el crecimiento normal del sector, con independencia de los ajustes naturales que conllevan la ley de la oferta y la demanda.

Los antecedentes de la actual ola, desde 2016 hasta la fecha, son conocidos: la ola de 2007-2010, en especial con la energía solar fotovoltaica (sin olvidar la malograda termosolar ni el fugaz biodiesel), o la anterior de 1996-2002 con la energía eólica. Con independencia de hitos aceleradores explosivos como la guerra en Ucrania, hemos detectado un alto volumen de proyectos “humo”: incoherentes técnicamente y dudosa compatibilidad ambiental, que solo han pretendido generar una posibilidad de venta especulativa de unos watios irrealizables.

Estos proyectos, pensados para su venta en fase temprana de desarrollo (en ocasiones antes incluso del inicio de procedimiento de evaluación ambiental), además del daño particular que hayan generado al comprador de los mismos, han desvirtuado la planificación estratégica en renovables, elevados precios de inputs básicos (como los arrendamientos de terrenos) o creando, en definitiva, una burbuja en la que algunos incautos, fondos de inversión incluidos, han caído en la trampa de adquirir estos activos tóxicos que los convierten en  productos de alto riesgo como la criptomoneda.

Otro novedoso efecto pernicioso que generan estos criptowatios es la desconfianza y rechazo social a los proyectos renovables. No sólo por parte de las asociaciones ecologistas, cuya función necesaria es la de criticar objetivamente, como refuerzo al trabajo de las Administraciones Públicas y consultores todo proyecto que no cuente con las garantías de compatibilidad ambiental necesarias, sino que se extiende a la sociedad en general, y muy en especial, a la ligada al mundo rural.

Con independencia de los efectos positivos sobre el desarrollo local, la ciudadanía está desconcertada. Se siente amenazada por un volumen de proyectos que en ocasiones nunca llegarán a buen término, pero que aumenta el nivel de alarma y por extensión la oposición popular innecesaria o por encima de la normal, ya que no quitamos un ápice de necesidad a la postura de colectivos y movimientos sociales espontáneos en cuanto al rechazo a determinados proyectos factibles o “reales”.

Independendientemente de las tesis liberales de autorregulación del mercado con mecanismos propios, es de agradecer el esfuerzo del órgano administrativo sustantivo y ambiental  (pese al controvertido RDL 6/22 ),  por cada vez blindar más en propuestas de nuevos concursos el desarrollo de proyectos viables, reales, eficientes, coherentes y ordenados; sin desmerecer la necesidad de mejora en cuanto a planificación estratégica, que serviría para evitar que surjan proyectos estériles fuente de cripowatios.

Por parte de los consultores, nos queda el reto de saber reformular y adecuar, y no maquillar, este tipo de proyectos, al igual que asesorar previamente a los desarrolladores incautos que por desconocimiento lanzan este tipo de proyectos. Adicionalmente, y en última instancia, tratamos de saber declinar aquellos desarrollos tóxicos que claramente son lanzados con una clara y única intención especulativa, obviando los principios de sostenibilidad. En Ideas Medioambientales seguimos esforzándonos por corresponsabilizarnos, no dejando de lado nuestra parte de autocrítica al ser conscientes, por el elevado número de proyectos en los que hemos participado, de que en todo este tiempo nos hayan colado algún gol y por ello seguimos trabajando en nuestro lema de “no compramos problemas, vendemos soluciones”.

 

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