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Águila imperial ibérica ¿esteparia?

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Hasta el inicio del cuaternario una especie de águila dominaba las estepas de la actual Europa. Con la llegada de las glaciaciones, esta especie, como tantas, se vio empujada hacía el sur. La Península Ibérica funciona en las glaciaciones como un “cul de sac” y esto junto con la orientación de nuestra compleja orografía ha generado un hotspot de biodiversidad de relevancia mundial.

La Península Ibérica fue refugio durante decenas de miles de años del águila esteparia, gracias a la disponibilidad de conejos. Cuando la glaciación retrocedió, dejó espacios para las águilas, pero entonces ya era tarde. Las poblaciones ibéricas se habían adaptado a alimentarse de conejo. Como el conejo no se expandió significativamente más allá de la península, el águila esteparia quedó atrapada. Quedó muy alejada del resto de poblaciones de águila imperial oriental, una nueva especie había nacido. Ahora era el águila imperial ibérica, de la que hablamos aquí.

Águila imperial ibérica en un apoyo corregido y seguro. Fotografía realizada por: Alfonso Guío

Crecimos viendo al águila imperial ibérica en formidables encinares de sierras mediterráneas. Y en Doñana. Félix Rodríguez de la Fuente modeló el imaginario y los conceptos de varias generaciones de naturalistas, biólogos y amantes de la naturaleza. Hemos crecido imaginando a las imperiales en sierras de los Montes de Toledo o Monfragüe.

La realidad es que esas águilas estaban allí, por ser lugares tan recónditos que ir a matarlas era muy complicado. Y por eso sobrevivieron a la brutal persecución que las rapaces en general y las grandes águilas en particular sufrieron hasta bien entrados los años 80 del siglo XX.

En la actualidad ese problema es en general de poca importancia. Y además el conejo de monte se ha recuperado en gran parte de la península. Los genes de águila esteparia han vuelto a llevar a las águilas imperiales ibéricas a los mismos hábitats que ocupa el águila imperial oriental, zonas llanas, con disponibilidad de presas y con árboles de gran porte para hacer el nido. Y poco más necesita, a veces ni eso.

La población en 2022 era de 841 parejas, en 2017 era de 536. En 5 años ha aumentado un 56,9%. El aumento es de un 11,4% anual. Si no hay cambios en la evolución de la población en 2026 habrá unas 1.300 parejas. Y entonces habrá superado el umbral de 2.500 ejemplares adultos, criterio que la UICN que permite clasificarla en la categoría de En Peligro. ¿Veremos ese hito tan pronto?.

Águila imperial ibérica en un apoyo corregido y seguro. Fotografía realizada por: Alfonso Guío

Pues en gran parte dependerá de cómo le vaya al conejo. Si no hay brotes de nuevas variantes de las enfermedades que padece u alguna otra nueva enfermedad, lo normal es que se llegue a esa cifra. Es normal encontrar parejas que sacan 3 y 4 pollos. Y además es normal que las parejas estén formadas por subadultos e incluso juveniles, la población reproductora es joven y muchas parejas formadas estos últimos años, aumentarán su productividad, a medida que vayan ganando experiencia.

Pero ¿y los factores de mortalidad no natural? Los tradicionales van a seguir disminuyendo, menos veneno, menos tiroteos a ejemplares, menos nidos destruidos y menos tendidos peligrosos. Salvo uno. La mortalidad con aerogeneradores.

Este factor va a aumentar. Afectará a ejemplares jóvenes. No se autorizarán en zonas con águila imperial. Pero los jóvenes en sus fases de dispersión se encontrarán más aerogeneradores cada año. Probablemente la mortalidad contra los aerogeneradores no llegará probablemente a la mortalidad que causa la electrocución en tendidos eléctricos. Y además tenemos soluciones.

Todos los aerogeneradores deben tener dispositivos de detección, disuasión y parada. Esto beneficiará a las imperiales, pero también al resto de rapaces y aves de más de un metro de envergadura.

Águila imperial ibérica en línea que cumple todos los requerimientos de diseño y construcción para evitar electrocución. Fotografía realizada por: Carlos García

Hay que valorar el efecto de controlar las poblaciones de conejo en al menos 1 km entorno a los aerogeradores. Reducir la densidad de conejos evitará en parte el riesgo de que las rapaces en general usen el entorno de los parques eólicos. No debería haber poblaciones abundantes de conejos en el entorno de los aerogeneradores, la densidad debe ser tal que no suponga un atrayente. Además, debe eliminarse el aporte de carroña tanto de ganadería como de caza mayor. Y en consecuencia mejorar la gestión del conejo en lugares donde no haya aerogeneradores para revertir la potencial pérdida de recursos para las rapaces.

Hay que estudiar el comportamiento de los adultos frente a los aerogeneradores. Necesitamos saber las distancias de rechazo, si lo hay, y cómo interactúan con los aerogeneradores así como las variables que rigen el comportamiento ante estas nuevas infraestructuras ¿viento? ¿paisaje? ¿actividad humana?.

Águila imperial ibérica en línea de alta tensión de una PSF. Fotografía realizada por: Carlos García

El desarrollo de la energía eólica, con máquinas más grandes cada vez, nos plantea retos que no podemos soslayar. Hay que tomar decisiones, con base en criterios científicos, escuchando a todas las partes, promotores, científicos, asociaciones y consultores. Pero estos criterios deben considerar que el desarrollo de la energía eólica es imprescindible para la descarbonización de la energía. Y eso nos va a costar la pérdida de imperiales y otras aves y quirópteros por colisión. Eso es seguro.

Es fundamental que se definan zonas de conservación, más allá de RN2000 que permitan mantener zonas que alojen suficientes parejas de imperial como para garantizar que se mantiene una productividad suficiente para conservar a esta especie. Porque el desarrollo en los próximos años de muchos nuevos parques eólicos es seguro.

Referencias:

El águila imperial ibérica se recupera: cuenta con 841 parejas reproductoras en la península Ibérica (miteco.gob.es)

Aquila adalberti (Spanish Imperial Eagle) (iucnredlist.org)

Cristóbal Martínez, Biodiversidad

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